_
_
_
_
Reportaje:GOLF

Un artista en peligro

José María Olazábal, con problemas con los 'drives' y los 'putts', intenta sobrevivir en un golf cada vez más dominado por el músculo

Carlos Arribas

Dicen los golfistas que lo suyo es, entre otras cosas, un deporte de movimientos mecánicos, automáticos, después de años y años de práctica. Tienen una imagen: la del conductor que se levanta todas las mañanas, entra en el coche, mete la primera marcha y tira para adelante. Unos movimientos adquiridos y un resultado lógico. El problema, su problema, llega cuando entran en el coche, meten la primera y el vehículo sale hacia atrás. Vuelven a intentarlo y, nada, otra vez para atrás. No saben cómo ni por qué. Lo que antes funcionaba no vale ahora para nada. Es la gran crisis, el borde de la depresión, el final de muchos jugadores.

'Este año ha sido un poco así para mí', confiesa José María Olazábal. 'Si no juegas bien, draiveas mal y, encima, no metes putts', explica, 'estás con la espada de Damocles encima de ti todo el día. Eso es lo que me ha pasado. Me han fallado los dos palos más importantes de la bolsa, el driver y el putter. Han sido un lastre muy, muy, muy gordo durante todo el año'.

'Hago musculación para ganar distancia. Pero no voy a cambiar 7.000 cosas: el ángulo, la pierna... El golf debe ser lo más simple posible'

El 2001 ha sido para Olazábal (Hondarribia, Guipúzcoa), de 35 años de edad, el golfista español con mejor historial -dos chaquetas verdes del Masters de Augusta, las de 1994 y 1999, en su armario- después de Severiano Ballesteros -cinco títulos del Grand Slam: el Masters en 1980 y 1983 y el Open Británico en 1979, 1984 y 1988-, un año 'duro, difícil y pobre' que le ha dejado en el puesto 61º de la clasificación mundial por puntos, en el 110º de la lista de ganancias del circuito norteamericano, en el 188º de 194 en la distancia alcanzada con el drive -240 metros de promedio o, lo que es igual, 27 menos que el estadounidense Tiger Woods y 18 menos que Sergio García-, en el 48º con el putter...

'Pero no han sido males repentinos', reflexiona Olazábal; 'lo del drive es de siempre, es un problema técnico que hay que solucionar y está siendo más complicado y más largo de lo que yo quisiera. Lo del putt se reduce a un año malo en el green. Todo tiene que llegar. No puedes pretender ser siempre infalible. Ha sido una temporada mala, pero no lo voy a considerar como una situación crónica'.

Lo del palo corto, el instrumento para dar el último golpe hacia el hoyo, es, piensa, algo circunstancial: 'No creo que haya tirado mal los putts. Ha sido, más bien, una combinación de cosas, de no ver las caídas del green y de no calcular bien la fuerza del impacto. No creo que, técnicamente, el movimiento del putt esté mal. Los tiro bien, pero a unos les falta potencia y a otros les sobra. La cuestión es que, al final, hago demasiados. No es un problema mental. Es un problema de adaptación al green o... no sé. No son yips . No, no, no..., porque, entonces, lo pasaría fatal para meter los putts de metro y medio y no es ése el caso'. No es un problema técnico, algo que tenga que trabajar: 'No tengo la respuesta. No sé por qué ocurre, por qué le sobra un gramo de fuerza a un putt o por qué no se ven las caídas. Sé cuál es el problema, no su porqué'.'En mi caso, el drive es el golpe más complicado. En otros jugadores no porque tienen otro movimiento de swing. Yo soy muy bueno con los hierros porque el ángulo de ataque es más directo a la pelota. Los hierros tienen más ángulo en la cara del palo y a la bola la pegas desde el suelo. Eso te permite que ese ángulo directo funcione con esos palos y no con el driver, que tiene menos grados y le pegas a la pelota desde un tee y necesitas otro tipo de ángulo de ataque'.

Lo del driver, el palo de salida, el cebollón desmesurado y metálico que permite lanzar la bola lo más lejos posible, es, sin embargo, un problema histórico: 'Cuando gané los dos Masters de Augusta ya tenía problemas en el drive. No es que ganase el Masters y luego intentara cambiar el swing. Sí, sí, antes de hacer los cambios en el campo, por ejemplo, Augusta siempre ha sido reconocido como uno de los campos más anchos. En 1994 tenía problemas con el drive, pero los podía solucionar porque las calles eran anchas. Poco a poco, eso ha ido cambiando. Están alargándolo. Este año, además, lo han alargado muchísimo más y han estrechado las calles. Así, ahora es más importante pegar bien el drive. Pero incluso cuando gané no le di bien, la verdad'.

Un problema agravado por las nuevas tendencias, por el nuevo estilo que imponen los avances técnicos -pelotas que llegan más lejos, palos con más potencia...-, la mejora física de los jugadores -atletas musculosos- y los cambios paulatinos en los campos. Algo así como lo que pasó en el tenis hará diez años. Avances técnicos pregonados con un lema: Muerte a los artistas, viva la uniformidad.

'De alguna manera', recapacita Olazábal, ' se está eliminando lo que es la habilidad alrededor del green, el hecho de pegar golpes que requieren cierta habilidad. Están favoreciendo más a los que son grandes pegadores. Pero, al tiempo, se ve que los campos los complican mucho más no sólo por la longitud, sino que los estrechan y el rough es más alto y duro. Entonces se favorece al pegador, porque, aunque falle la calle, como llega 20 metros más y tiene la fuerza que tiene, puede llevar la bola al green desde el rough o dejarla muy cerca. Los demás, no. No cabe duda de que aún tienes que ser preciso a la hora de pegarle, porque los grandes pegadores, los de trescientas y pico yardas, meten la bola en 20 pasos de ancho. Pero lo que está claro es que el golf ha cambiado en los últimos 20 años y el driver es ahora un palo muy importante, tanto como lo ha sido antes el putter. Tiene su lógica. Si tuviésemos los mismos campos que antes y las mismas condiciones, todo el monte sería orégano para esos señores. De alguna manera, hay que ir limitando o dificultando lo que es el juego. Todo evoluciona. Hace años no encontrabas gente que le pegase a la bola como hoy. El pegador sigue teniendo ventaja. Si es un campo corto, necesitará precisión. Si los demás tienen que pegar la madera 3 de salida, él puede pegar el hierro 3 o el 1'.

Olazábal busca ahora la cuadratura del círculo. Precisión, que siempre ha tenido, y fuerza, de la que ha andado escaso: 'Estoy haciendo gimnasia y musculación para ganar distancia y me cuido un poco más en las comidas para estar mejor físicamente. No es un cambio de constitución tan grande para que produzca un cambio drástico en el movimiento'. También intentará mejorar su swing. Para ello seguirá trabajando con Butch Harmon, el gurú, entre otros, de Woods: 'Tendré que pasar más tiempo con él para los del drive. Hemos cambiado unas cuantas cosas del swing que me han ido bien. Hay que refinar los últimos detalles. La esperanza la sigo teniendo. Tarde o temprano, daré con la solución. Lo que siento es que es importante pegarle fuerte y por eso estoy haciendo más ejercicio que nunca. Y con más fuerza no se pierde sensibilidad. En Estados Unidos todos los jugadores hacen ejercicio, pesas y no pierden sensibilidad'.

Lo más duro es que el golf, el deporte mecánico, un catálogo de automatismos, es también un puzzle de sensaciones, estados de ánimo, sensibilidad, toque, magia, fuerza... Un rompecabezas tan complicado que si se descabala, si una pieza se coloca en el sitio equivocado, es casi imposible de recomponer: 'Tienes que saber a quién escoges y cómo hacer las cosas. No voy a pretender cambiar 7.000 cosas: que si el ángulo aquí, que si la pierna allá... Siempre he pensado que el golf tiene que ser lo más simple posible. Tienes que tener dos ideas en la cabeza y punto. Una vez que te sales de eso puede ocurrir que ya no sepas ni dónde pisas. Pero, si coges a la persona adecuada y mantienes la técnica lo más sencilla posible, no creo que tenga que ocurrir. Harmon es muy sencillo. No se lía la manta a la cabeza'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_