Superar el 'síndrome Tarradellas'

Lo que ahora se plantea para el futuro de Jordi Pujol es lo que, en buena lógica, debía haberse planteado en su momento, hace ya muchos años, para Josep Tarradellas, puesto que a él se le reconoció el ejercicio legítimo de la presidencia. Pero no fue así. La pensión para Tarradellas como ex presidente corrió a cargo de la Diputación de Barcelona. Y, tras su muerte, también la de su viuda, Antonia Macià.

No fue ajena a esta anómala situación la antipatía que, además de la rivalidad política, se profesaban Tarradellas y Pujol. En opinión de los partidos catalanes, a reserva de la posición que adopte CiU, ha llegado ya la hora de que los conflictos de la época de Tarradellas dejen de ser un obstáculo para abordar algo tan simple como la situación de los ex presidentes de la Generalitat.

Al hecho de que CiU no haya querido abordar esta cuestión hasta ahora cabe darle una justificación más psicológica que política: la imposibilidad de los nacionalistas para imaginarse a Pujol en una situación distinta a la de presidente.

La verdad es, no obstante, que esa imposibilidad ha sido hasta ahora compartida por una amplia franja de la población, y de ahí probablemente la longevidad electoral de Pujol. Pero todo se acaba.