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Reportaje:

¿Canutos saludables?

Un profesor marroquí defiende en una tesis las propiedades farmacéuticas del 'cannabis'

La consideraban una droga peligrosa y prohibida y puede que, dentro de poco, terminen recetándola los médicos. Servirá de relajante muscular, de antivomitivo, de remedio contra el glaucoma o como somnífero suave. Dejará de ser una sustancia de culto en las canciones de rock para formar parte de los prospectos medicinales. ¿Le cambiarán el nombre de marihuana por el más rimbombante de alguno de sus componentes, como el tetrahidrocannabinol? Es posible. El caso es que el cannabis, o sus derivados, como el hachís, no parece tan malo como lo pintan. Eso es lo que defiende Abderramán Merzouki, profesor de Etnobotánica y Biología Vegetal de la Universidad de Tetuán, que acaba de presentar en Granada su tesis sobre las propiedades terapéuticas del hachís.

El cultivo del cáñamo en el Rif marroquí, título de la tesis en la que Merzouki ha trabajado durante nueve años, no sólo indaga en los métodos de producción de la planta, sino que estudia y clasifica cada una de sus variedades y realiza un recorrido histórico por una sustancia que, a lo largo de los siglos, desde hace 6.500 años, tuvo un uso más terapéutico que psicotrópico.

'El cáñamo ya se usaba en la farmacopea china hace 5.000 años', explica Merzouki. 'Era útil para el reúma, la gota, la malaria o la menstruación de la mujer. Hoy ya se sabe con certeza que actúa contra el glaucoma, porque lo que el cannabis hace es disminuir la presión sanguínea, y es una alta presión sanguínea lo que causa el glaucoma'.

Todas las enfermedades relacionadas con una tensión alta pueden ser tratadas con los principios activos del cannabis: dolores crónicos, espasmos producidos por accidentes... 'Es muy eficaz, por ejemplo', añade Merzouki, 'como un sustitutivo del valium o de otros tranquilizantes, ya que su principio activo no crea una adicción física'. En otros tiempos llegó a ser tratado como abortivo. También, como hacía el andalusí Avicena, para disminuir el apetito sexual. 'Él hacía preparados con cannabis para cortar el apetito sexual'. Después comenta con ironía: 'Mucha gente que se coloca con un porro cree responder muy bien en la cama, pero se equivoca... No es un excitante, sino un hipnótico, un depresor del sistema nervioso'.

Una de las cosas que la medicina ha descubierto en los últimos años es el componente THC, tetrahidrocannabinol, y el lugar del cerebro en donde esa molécula tiene su efecto. Ahora, según explica Merzouki, 'será posible separar el efecto medicinal de la sustancia del efecto psicotrópico'. También se han descubierto 66 cannabinoides diferentes que sólo se encuentran en la planta del cannabis y que pueden tener usos diferentes. Puede que sea el principio del fin de la marihuana: los porros dejarán de colocar a la gente para convertirse en pastillas que se vendan en farmacias. ¿Serán canutos saludables?

Abderramán Merzouki, en un departamento de Farmacia de la Universidad de Granada.
Abderramán Merzouki, en un departamento de Farmacia de la Universidad de Granada.JUAN BARRIO
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De hachís, asesinos y cuchillos

Muchos tópicos han rodeado el mundo de la marihuana, el cannabis y el hachís. El primero de ellos, como comenta Abderramán Merzouki, es el de sus efectos agresivos. Se dice que la palabra 'asesino' venía del árabe hashashin (consumidor de hachís) porque una tribu de ritos salvajes cometía sus crímenes supuestamente bajo el efecto de la droga. 'Eran los hombres de Hassan El-Sabah', explica el profesor, 'conocido como El Viejo de la Montaña, que ordenaba cometer asesinatos por razones políticas. Pero sus hombres no consumían hachís. De haberlo hecho, no matarían. El hachís no suele inducir a la violencia'. Luego especifica que es mucho más probable que el término asesinos derive del árabe sakakin (cuchillo). El cannabis, por otra parte, al contrario de lo se cree, sólo se produce en pequeñas cantidades en el Rif marroquí, en el triángulo formado por las regiones de Ketama, Xauen y Targuist. Se trata de cultivos familiares, de pequeñas huertas, que el mito ha transformado en grandes plantaciones. Es posible que Andalucía sea mucho mayor productora de cannabis que el norte marroquí. 'Desde luego', señala Merzouki, 'hay plantaciones en La Alpujarra de muy buena calidad'. En Andalucía, además, no hay una zona específica. 'Toda la región es buena para su cultivo', añade el botánico. Durante la época de Al-Ándalus, y a pesar de que algunos hadices (dichos de Mahoma) prohibían el consumo del cannabis y lo equiparaban al vino, hubo toda una cultura en torno a su uso. 'Aunque se hacía sobre todo para extraer su fibra para gastronomía o producir aceite', explica Merzouki. Grandes científicos de su tiempo, como el sevillano Ibn Awwam, Ibn Al-Baytar o Ibn Basal, estudiaron sus efectos y sus virtudes. Pero, sin duda, uno de los grandes enigmas que se han descubierto ahora es el gran parecido que parece existir entre el cannabis y el ser humano. La planta no sólo tiene sexo, sino hasta una composición de cromosomas x e y. 'Llega al punto', dice Merzouki, 'que también se producen aberraciones cuando hay un número inferior de cromosomas'. 'Su historia y su composición se parecen mucho más a nosotros de lo que nos creemos'.

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