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Crítica:'FOLK' | ALBOKA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El vínculo magiar

La alboka es un instrumento tradicional de viento. La toca Alan Griffin, un irlandés que pasaba por Euskadi hace 16 años y se quedó allí, y le sirve de nombre a este grupo. Son dos cuernos unidos por dos tubos de madera y un mango semicircular: la gaita de un pueblo tacaño que ahorra en saco, bromeó Goikoetxea, natural de Hernani, y que en Alboka deja sentir el peso de su acordeón grande de botones.

Alboka se mueve desde 1994 por esos territorios que se conocen como música tradicional, folclórica o de raíz. Lo que comenzó como proyecto instrumental ha terminado por incorporar voces. En directo se oyeron la de Xabi San Sebastián y las de los invitados Eliseo Parra y Márta Sebestyén. Ella es la voz de El paciente inglés: la que cautiva por su extraña belleza durante las imágenes en que la sombra de una avioneta se dibuja sobre las dunas doradas del desierto. Y no olvidó cantar a capella una de las canciones más tristes de la película de Minguella.

La húngara, figura notable del folclor europeo, se siente a gusto cantando en euskera, una lengua con ciertas similitudes con la suya, aislada y ajena a las eslavas que la rodean. Y se ha comprometido a fondo en Lorius, el tercer disco de Alboka, una propuesta que se confirma como una de las más sólidas del panorama vasco.

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