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Reportaje:

La comodidad de la muerte

Vecinos de Granada revelan en una encuesta sus inquietudes sobre los servicios fúnebres

La muerte plantea muchas preguntas y no menos lamentos. Unos son de tono elevado, otros de tono menor. A la actitud pedrestre y pesimista sobre el final de la vida se le conoce como filosofía de enterrador. Pero entre el existencialismo y el lamento popular surgen otras inquietudes de tipo práctico. Unas son temporales como '¿tenemos que pensar en no morir en sábado o domingo?'. Otras fantasmales: 'Desde mi barrio se ve el humo del crematorio' y, en fin, las hay también que concilian el drama con cierta desconfianza: '¿Dónde va a parar la caja de mi padre después de la cremación? ¿Se la vuelve a llevar la funeraria?'.

Los ciudadanos de Granada se plantean a diario cuestiones como éstas después de una muerte en la familia. La empresa municipal de cementerios de esta ciudad (Emucesa) ha hecho un estudio con el fin de revestir de calidad las funciones fúnebres. Ha salido a la calle y ha encuestado a los futuros usuarios del camposanto para conocer lo que denomina 'el estado de los indicadores subjetivos', esto es, las demandas y preocupaciones en torno a los sepelios.

Entre las quejas de los usuarios destaca alguna como la del vecino de San Ildefonso que pide que 'no se oigan voces en la inhumación' o la mujer del mismo barrio que afirma: 'Lo menos que se puede pedir es que se vaya medianamente despacio'. Despacio y en silencio.

Pero además de quejas hay alabanzas al trabajo de los operarios. Un vecino de Cartuja agradece, por ejemplo, la advertencia del enterrador: 'En el traslado de mi padre el funcionario trabajó con delicadeza y me informó de que podía ser desagradable'. Pero si los trabajadores del cementerio de San José tendrán que aprender a hacer su trabajo en silencio y a no correr mucho, tampoco podrán ir demasiado lento e informar a las familias con la presteza debida sobre la gama de servicios fúnebres.

En general, los ciudadanos se quejan de los problemas que surgen cuando el fallecimiento ocurre en fin de semana. Y lo hacen en nombre de quienes nada pueden decir ya. 'Veo muy malamente que un difunto llegue el sábado y tenga que esperar al lunes para el entierro'. En los casos de cremación las quejas se intensifican, porque, según uno de los encuestados, hay que esperar varios días.

La familia y los amigos del fallecido pasan horas en las salas del cementerio y exigen que se les haga agradable la estancia, es decir 'que los familiares estén a gusto, con su calefacción y esas cosas, y recogidos con el ser querido', tal y como resume una persona del Barrio Fígares. Hay quienes piden sillas y los que van un poco más allá piden 'asientos en los que se pueda uno echar, como en los hospitales'.

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Cierto alejamiento

En cuanto a las sensibilidades en esos momentos de contacto con los muertos, hay personas que piden un cierto alejamiento y por eso reclaman la instalación en el patio, fuera de la sala, de una fuente para beber y aseos.

Resulta evidente que la muerte de un familiar supone un gasto importante que no siempre es fácil de sobrellevar. Un gran número de las respuestas populares obtenidas está dedicado a protestar por 'lo caro que es morirse' y que no haya 'facilidades de pago'. Otras se refieren a que 'las escaleras deberían utilizarse sin tener que pagar' o plantean '¿por qué vale tan caro cada vez que entra el marmolista en el cementerio?'.

Emucesa ha decidido esforzarse para enterrar y quemar los cadáveres 'con calidad'. Para ello ha organizado cursillos para sus empleados, algunos de los cuales irán a Valencia a aprender a rebajar el tiempo de una cremación. El propósito es 'no superar las tres horas'. La solución del fuego, que no pertenece a las tradiciones nacionales, es cada vez más demandada, aunque los detalles de esta técnica funeraria son aún enigmáticas.

De ahí la curiosidad de algunas mujeres de la Barriada de la Juventud por saber 'si las cenizas están mezcladas con las de la caja y con las de la ropa'. Si fuera así quizá habría que discriminar entre los recuerdos al difunto y a sus últimas galas.

Llega la tanatopraxia

La novedad más destacada de los servicios fúnebres granadinos será la implantación no se sabe cuándo de la tanatopraxia, una palabreja que oculta el arte de aplicar la cirugía estética a los cadáveres, una utilidad jamás demandada pero que la actual dirección de Emucesa opina que en algún momento será requerida. Los practicantes de este servicios mortuorio tienen un nombre aún más extraño, los tanatopractores, aunque en realidad son médicos que cursan unos estudios auxiliares que de momento sólo imparte la Universidad de Salamanca. La empresa fúnebre de Granada pretende que la Universidad de Granada, a través de su facultad de Medicina, ponga en marcha mediante un convenio cursos de cirujía plástica para difuntos y que forme a tanotapractores que en el futuro puedan incorporarse a los servicios del cementerio municipal de San José.

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