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El Muvim ofrece una muestra de la ruptura del arte mexicano con los grandes muralistas

La exposición recoge un centenar de obras posteriores a 1950 de 23 artistas del país azteca

Las profundas transformaciones sociales que atravesó México a raíz del enorme crecimiento demográfico registrado a partir de 1950 tienen su correlato plástico en la obra de una generación de creadores que rompió definitivamente con la tradición muralista que se había afianzado en el país desde los años de la Revolución. El cambio se puede apreciar en la muestra que presenta el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim) y que recoge la efervescencia creadora actual de un país plural e integrador a través de un centenar de obras de 23 artistas.

Alejandro Aura, director del Instituto de México en España, explicó que la muestra realizada bajo el lema Rupturas: La liberación de la imagen. El arte en México después de 1950, 'dice mucho del México contemporáneo, que es muy plural y diverso, se atreve a hablar de sí mismo de muchas maneras diferentes y que aprovecha todo lo que acoge, lo integra y lo sitúa en el lugar que merece'.

La exposición presenta pinturas de distintos formatos y estilos. desde las témperas abstractas del pintor valenciano exiliado a México Enrique Climent, hasta las manchas abstractas y la gestualidad poética de Wolfgang Paalen, pasando por Rodolfo Nieto y Vladímir Kibálchich, Vlady, o la deformación expresionista de Alberto Gironella hasta la nueva figuración de Francisco Corzas, Gilberto Aceves y el español exiliado Arturo Souto.

Igualmente se exhiben obras de Gilberto Aceves, Liria Carrillo, Arnaldo Coen, Pedro Coronel, Francisco Corzas, José Luis Cuevas, Roberto Donís, Enrique Echeverría, Manuel Felguérez, Fernando García Ponce, Alberto Gironella, Roger Von Gunten, Rodolfo Nieto, Emilio Ortiz y Vicente Rojo.

Enrique Franco, comisario de la muestra, subrayó el enfrentamiento de los nuevos creadores con los grandes muralistas vinculados a la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura, instituida en el primer tercio del siglo XX después de la revolución mexicana, cuyos mayores exponentes fueron Xiqueiros o Diego Rivera. Franco explicó que las obras expuestas no representan 'el México idílico de la revolución armada', sino las preocupaciones de un grupo de artistas que asistieron a la explosión demográfica y los nuevos problemas sociales de Ciudad de México, que dejó de ser 'rural y campesina' en torno a 1950 para convertirse en una de las metrópolis más grandes del mundo. El comisario apuntó el tránsito de un arte 'romántico a profesional', vinculado a la vanguardia y abierto a influencias extranjeras. Y destacó la 'crítica hacia lo tranquilo y lo sublime con formas expresivas bastante fuertes'.

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