Alejamientos

Este año, en Francia, con ocasión de la 3ª edición de una convocatoria de fotografía joven similar a la que nos ocupa se presentaron un total de 961 trabajos representativos de todas las tendencias. La iniciativa partió del sector privado -con un fuerte protagonismo de FNAC- apoyada por una red de más de 52 tiendas repartidos entre seis regiones y otros tantos observatorios del medio en ese país. En buena medida, aquí, allí y en todas partes, la fotografía joven -con sus inseguridades- suele ser un reflejo de lo que ocurre en la menos joven (este tipo de convocatorias es un fiel termómetro de qué va la cosa en lo adulto). En España, 365 jóvenes se han inscrito en la presente edición de Certamen de Fotografía Injuve 2001 (convocado desde el sector público: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales), cuya valoración global se aproxima a un uso del medio que elude lo real -literario, poético, realismo mágico, o como se le quiera denominar-. Para los organizadores se trata de 'nuevos creadores que no utilizan la fotografía como mero documento de la realidad que nos rodea sino que aprovechando sus recursos repiensan el propio medio llegando a conclusiones muy diferentes y personales'. Es cierto, la totalidad de estas imágenes evidencian su alejamiento de cualquier límite con el reportaje o el arte y/o el documento, o la imagen de encargo entre otras; todas las seleccionadas funcionan de forma autónoma. También, todas desarrollan una idea o un guión -más o menos elaborado- y se corresponde con una suerte de proyecto personal.

Pero lo cierto es saber

apreciar de qué va esa fotografía joven: ¿posiblemente de la búsqueda de la nada?, ¿de un ejercicio de registro del mimetismo contemporáneo?, ¿de congelar en una instantánea uno de los miles de planos contenidos, en otros tantos miles, de cualquiera de los videoclips, tipo MTV?, ¿de una vuelta a la fotografía teatralizada, a la escenografía de mediados de los setenta/ochenta? Interrogantes extrapolables a todas las tendencias de una fotografía con la que nos ha tocado convivir, a la que sólo cabría añadir otras tantas variantes - infinitas- sobre sus mestizajes, e instrumentalizaciones, con lo plástico.

En este caso, cabe referirse a un segundo premio de Injuve 2000, ...De repente el último verano, 2001 (María Regueiro, Madrid 1975), otorgado a una serie de imágenes manipuladas digitalmente, que bien pueden ser la respuesta a todas estas interrogantes. Regueiro conjuga la ductilidad de un registro -su manipulación- mediante la inmediatividad visual del soporte (una instantánea Polaroid) con el accesible reciclado de los nuevos medios informáticos, apoyando el guión en un texto que las ilustra: 'Si temo mis imaginaciones, no es porque vengan de mi fantasía, sino de la memoria. Si me asusta la muerte no es porque la presienta: es porque la recuerdo' (Ángel González, del libro Deixis en fantasma).