'Mi balón era la cabeza de una muñeca'
El fútbol femenino supera poco a poco en España los prejuicios, pero aún está '30 años' por detrás de otros países europeos
'El fútbol femenino es frágil; falta apoyo , dinero y respaldo social'. María del Mar Prieto lo dice con una mueca de resignación, un punto pesimista. Madrileña del barrio de El Pilar, la sexta de nueve hermanos, Prieto, de 32 años, es considerada como la mejor futbolista española del último decenio. Tras dos temporadas en el Torrejón, Marimar, como la llaman compañeras y familiares, ha recalado en el Levante, que representará a España en la primera competición continental de clubes femeninos, auspiciada por la UEFA. 'Es un reto para mí', afirma esta tranquila madrileña, una de las primeras jugadoras españolas que emigró. Durante un año, desde enero de 1998 hasta febrero de 1999 vivió en Osaka (Japón), donde jugó en uno de los 14 equipos de la liga japonesa, el Takaarazuka.
Marimar emigró sin hace ruido, como lo habían hecho antes Conchita Amancio, Ángeles Parejo o Ana Muñoz. 'Me aburrí muchísimo. Nos prohibieron tener coche para que no nos dispersáramos y estuviéramos sólo dedicadas al fútbol', cuenta Marimar, que en Valencia comparte un modesto piso con otras dos jugadoras: la catalana Sandra Vilanova y la vasca Maider Castillo. Las tres viven exclusivamente del fútbol. 'Soy una privilegiada', dice Marimar, que durante muchos años compaginó su trabajo en una empresa de transportes con el fútbol.
Sólo en Japón, y ahora en el Levante, esta 'media punta', internacional 60 veces, vivió de su sueldo como futbolista, en torno a los cuarenta mil duros mensuales. 'Para irme a Japón tuve que pensármelo mucho. Lo primero que te ofrecen es dinero, pero aun así no estaba convencida. Mi madre, Victoria, tenía miedo. Mi padre, sin embargo, me animaba. Sólo acepté cuando fui un fin de semana y vi que aquello era serio, que sí había un club organizado', recuerda Marimar, a quien la oferta japonesa le llegó tras el Europeo de 1997 que se disputó en Suecia y Noruega, y en el que España finalizó tercera. En Osaka vivió sola en un apartamento. Si su técnico, un japonés llamado Giro San que entrenó ocho años en Estados Unidos, no la recogía para hacer turismo, Marimar pasaba sus ratos de ocio paseando y ojeando la prensa.
'Marimar no tiene nada que envidiar a las jugadoras alemanas, actuales campeones de Europa', afirma Ana Muñoz, que conoce bien la Bundesliga femenina, uno de los campeonatos más exigentes de Europa. Desde 1986 hasta 1991 jugó en el primer equipo del Bayern Munich. 'El fútbol alemán es otro mundo en cuanto a seriedad y organización', asegura Ana Muñoz, quien a sus 36 años milita en el segundo equipo del Bayern, donde apura su carrera deportiva, que compagina con su empleo en la multinacional Siemens. Ana habla de hoteles de cuatro y cinco estrellas en las concentraciones, material deportivo de todo tipo facilitado por los clubes, patrocinadores. 'Todos los equipos alemanes, aunque sean mediocres, tienen su patrocinador'... A cualquier jugadora española se le caería la baba escuchándola. Por ejemplo, a Tere Saurí, valenciana de 30 años. Defensa del Levante: 'Yo he vivido la época dura. Recuerdo vestuarios llenos de ratas. Las duchas con agua fría'. Saurí nunca lo tuvo fácil. 'La gente pensaba que éramos un grupo de locas. La familia no te apoyaba, trataba de disuadirte para que no jugaras al fútbol'. 'Le pusimos muchas trabas', dice Vicente Saurí, el padre de Tere, que ahora sigue a su hija como un 'forofo'. 'Nos vino muy cuesta arriba que Tere jugara al fútbol. Sobre todo a su madre, porque yo soy más abierto. Intentamos que practicara un deporte más de señoritas'. Pero nada disuadió a Tere: 'Yo le quitaba las cabezas a las muñecas para jugar'.
Tere cuenta ya con el respaldo de sus padres. Sandra Vilanova, más joven, 20 años, siempre lo ha tenido. 'A mi padre se le cae la baba conmigo', asegura. Sandra no tiene que ocultar sus esguinces de tobillo, ni mentir cuando llega con moraduras a casa debido a las patadas y encontronazos. Tere sí tuvo que hacerlo. También Marimar cuenta historias de compañeras que vivieron un calvario. 'Recuerdo una jugadora que tenía que lavarse la ropa en casa de una amiga porque su padre, militar, no aceptaba que jugara al fútbol'.
Marimar Prieto lleva muchos años en el fútbol. A los 16 ya era internacional. Con 20 tuvo ofertas del Milan: 'Era muy joven y no me fui'. Ahora ha fichado por el Levante, que prepara ya sus partidos ante el Franckfort alemán (3 de octubre), el College armenio (5 de octubre) y el Codru Chisinau moldavo (7 de octubre). Ocho grupos de cuatro equipos en la primera Copa de la UEFA femenina, un torneo que reúne a los campeones de todas las ligas europeas.
Hace apenas cuatro años, Antonio Descalzo, entrenador del Levante, se manifestó junto con sus jugadoras en el centro de Valencia para protestar por la delicada situación de su club, entonces llamado San Vicente. 'Nos pusimos a entrenar frente al ayuntamiento para denunciar que no teníamos un campo donde entrenarnos. No veas la que se armó; acudieron hasta los antidisturbios', recuerda Descalzo, de 47 años. 'Hemos ido consiguiendo cosas', dice Tere Saurí. 'Pero España aún está 30 años por detrás de países como Alemania o Suecia', asevera Marimar Prieto.
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