Partidazo en San Mamés
Athletic y Valencia empatan en San Mamés en una exhibición técnica y física
Cuatro goles bien repartidos suelen explicar un partido tan interesante como espectacular. Sin embargo, en San Mamés hubo más fútbol que goles. Cuatro que bien pudieron ser ocho o ninguno y, de igual manera, el choque hubiera resultado ejemplar, porque manejó todos los ingredientes del fútbol: técnica (sobre todo), voluntad de hierro a raudales, presión, habilidad individual y alternacia en el dominio. El empate fue un resultado democrático, aunque como cualquier elección admita muchas lecturas. La del Athletic hace hincapié en el dominio, -abrumador en ocasiones-, en el infortunio rematador y en la presencia de Cañizares. La del Valencia, apuntará a la presión, el oportunismo y el sinsabor de perder dos puntos prácticamente en el último minuto. El gol postrero de Carlos García, tras una magistral intervención de Cañizares a tiro de Tiko, le relega del liderazgo de la Liga. Para el Athletic, supone evitar esa tendencia a hacer la goma (en el argot ciclista) que supone ganar fuera y perder en casa.
ATHLETIC 2| VALENCIA 2
Athletic: Aranzubia; Larrainzar, Lacruz, Carlos García, Larrazabal; Urrutia, Óscar Vales (Alkiza, m. 55); J. Etxeberria (Ezquerro, m. 80), Guerrero (Tiko, m. 75), Javi González; y Urzaiz Valencia: Cañizares; Curro Torres, Ayala, Pellegrino, Carboni; De los Santos, Albelda; Angulo (Rufete, m.58), Aimar (Illie, m. 69), Vicente; y Carew (Sánchez, m. 82). Goles: 0-1. M. 42. Saque de esquina efectuado por Vicente y Ayala cabecea a la escuadra. 0-2. M. 46. Centro larguísimo de Pellegrino que no llegan a tocar ni Carew ni Lacruz, el bote sorprende a Carlos García y Aimar marca a placer. 1-2. M. 63. Javi González bota un saque de esquina y Etxeberria marca. 2-2. M. 90. Libre directo de Tiko que despeja Cañizares y el centro siguiente de Larrainzar lo empuja a la red Carlos García. Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Vicente, Angulo, Carew y Urzaiz. Unos 30.000 espectadores en San Mamés. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento del ex presidente del Athletic, Félix Oráa.
En un partido pleno de colectivismo, en la más pura esencia del espíritu cooperativo (corro yo y corres tú), siempre hay un lugar para un nombre propio. Ayala, probablemente estaba predestinado al protagonismo de una actuación singular. El central argentino cabeceó espléndidamente, al borde del descanso, un saque de esquina efectuado por Vicente. Nada inusual en un acreditado rematador. Pero su momento estelar, sin embargo, estuvo al comienzo del encuentro, cuando a los 12 minutos metió la puntera de la bota desviando un preciso centro de Etxeberria que iba directo al pie de Urzaiz. La jugada prosiguió y un centro de Javi González lo cabeceó Urzaiz, con delicadeza, dejándolo en la bota de Guerrero. Ayala frustró de nuevo el gol, aunque en esta ocasión de forma ilegal: derribando ostensiblemente al capitán del Athletic. El árbitro pasó por alto el penalti y la consiguiente expulsión del jugador, como si quisiera respetar el día singular del central argentino.
El Athletic pagó cara esa acción, perjudicado doblemente: ni logró el gol y el infractor le devolvió el golpe a la primera oportunidad.
El Athletic amenazaba con repetir la experiencia de su debú en San Mamés con el Mallorca. Juego suficiente, pero poca pegada. Entonces topó con el portero Leo Franco y se refugió en la depresión. Ayer tropezaba con Ayala y con un rival que, como el Mallorca, ha hecho de la presión un religión de obligado cumplimiento. El campo, rapídismo, era una mesa de billar, es decir un escenario reservado a los jugadores de precisión envidiable. Cualquier error en el control suponía encontrarse a dos rivales enfervorecidos por recuperar el balón. En tales circunstancias, dos equipos que comparten un espíritu y un nivel técnico similares, se repartieron el dominio del juego y propusieron un futbol eléctrico y de mucho peso específico. Uno de esos partidos exigentes que no reclaman el gol para ser bellos. Tanto que todos llegaron de forma circunstancial, los de Ayala y Etxeberria, a balón parado; el de Aimar, por un error monumental de Carlos García al medir el bote. El del central del Athletic, tras un libre directo de Tiko.
Pero entre medio había fútbol, fruto de dos equipos que no se descomponen ante la adversidad. El Valencia aprovechaba su pegada y la brega incontenible de Albelda. El Athletic, apostaba por la paciencia para sobreponerse al gol inesperado de Aimar. Curiosamente, el Valencia se relajó tras aumentar la ventaja, o sencillamente sucumbió a la generosidad de su esfuerzo en la primera mitad.
Lo cierto es que el Athletic siguió a pies juntillas el manual de Heynckes: ante la adversidad, compostura. Y llegó el gol de Etxeberria y el de Carlos García, en pleno aluvión de dominio y tras haber malgastado Urzaiz y Lacruz dos ocasiones de las que no se olvidan.
Curioso partido: lleno de fútbol, de pases, de toque sutil... y todos los goles nacieron a balón parado. Para que no faltara de nada.
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