Salva y la esencia del goleador
El delantero maquilla la impotencia del Valencia ante el Valladolid
Es lo que se le pide a un goleador: que para una vez que aparece, marque. Eso hizo ayer en el Nuevo Zorrilla Salva Ballesta, molido a golpes todo el partido, desesperado y abatido por no entrar en juego, impotente hasta que, a última hora, Rufete le envió el centro justo. Y él puso la punta derecha de la bota para empatar un encuentro que el Valencia ya tenía perdido.
Y es que Caminero -gato viejo- se lo puso muy crudo. Pasan los años y Caminero sigue siendo el valor más seguro del Valladolid. Le bastaron un par de acciones para inutilizar toda la hegemonía territorial valencianista. Primero le sacó una falta de donde no había a Carboni en la posición de extremo derecho. Para después rematar intuitivamente ese centro con un golpecito de hombro que aprovechó el efecto del balón. Tic. Sólo Cañizares apreció la clandestina infracción, pero no así el árbitro, tapado por una nube de defensores.
VALLADOLID 1| VALENCIA 1
Valladolid: Ricardo; Torres Gómez, Peña, Tena, Marcos; Caminero (Fernando Sales, m. 62), Richetti, Fernando, Chema (Gaspar, m. 57); Tote y Turu Flores (López, m. 76). Valencia: Cañizares; Curro Torres, Pellegrino, Alaya, Carboni; Angulo (Rufete, m. 73), Albelda (Aimar, m. 55), De Los Santos, Vicente (Kily González, m. 45); Ilie; y Salva. Goles: 1-0. M. 30. Fernando centra una falta desde la derecha y Caminero, con el hombro, marca. 1-1. M. 88. Centro de Rufete con la izquierda que toca a gol con la puntera derecha Salva. Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Peña (m. 50) por doble tarjeta amarilla. Amonestó a Curro Torres, Carboni, Tena, Ayala, Albelda, Tote y Fernando. Unos 18.000 espectadores en el Nuevo Zorrilla. El actual defensa del Atlético de Madrid García Calvo recibió el premio al mejor jugador del Valladolid de la temporada pasada.
El Valencia jugó sin tensión, encantado de haberse conocido y con la seguridad de que acabaría imponiéndose porque era mucho mejor. Pero no son así las cosas en el fútbol. Moré había estudiado bien a su rival y le tejió una red de araña para que el Valencia no explotara las bandas, donde Vicente, muy cansado, se las vio con dos o tres defensas. Le sustituyó el Kily y tampoco mejoró lo que se daba.
Atento a cómo salió cada uno de sus jugadores de los compromisos internacionales, Benítez sacrificó de inicio a Aimar -flojo ante Brasil- en beneficio de Ilie, que venía de marcar con Rumania. Pero erró Benítez en la elección porque Ilie anduvo blandito y miedoso para enfrentarse a una defensa tan exigente como la vallisoletana.
El Valladolid se quedó con uno menos por la expulsión de Peña y convirtió el partido en una emboscada. Benítez dio entrada a Aimar por si era capaz de alumbrar algo de creatividad en medio de la vulgaridad. Y lo hizo. A pesar del atasco en el centro del campo, donde se solapaba con Ilie, Aimar le ofreció frescura a su equipo. Conectó con Rufete, que también acaba de entrar, y de ahí surgieron un par de buenos centros. De uno de ellos, Salva cazó un empate que maquilla el alarmante ejercicio de impotencia que desplegó el Valencia, obtuso ante la obligación de llevar la iniciativa.
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