Múnich sólo teme a los 'hooligans'
Inglaterra se juega el todo por el todo ante una Alemania segura de sus posibilidades
Las cárceles han sido vaciadas, las fuerzas de seguridad vigilan los aeropuertos, a los policías se les ha prohibido huir de vacaciones... En fin, todo listo para el partido clasificatorio para el Campeonato del Mundo que Alemania e Inglaterra jugarán hoy (19.30, Vía Digital) en Múnich. Un encuentro de enorme trascendencia social y deportiva. Alemania se clasificará automáticamente si gana. Pero Inglaterra también debe imponerse para mantener sus esperanzas.
La actitud de un pueblo hacia su selección ofrece muchas veces un fiel reflejo del carácter nacional. Véanse las letras del cántico inglés más oído cuando se enfrentaron las dos selecciones en Wembley, en 2000, y que, sin duda, reverberarán esta noche por las calles de Múnich: 'Dos guerras mundiales y un Mundial'.
Los más de 60.000 aficionados que cantaron en el estadio londinense no se enteraron de que al insistir en las guerras y el Mundial de 1966 estaban, en realidad, asumiendo el colapso del poderío internacional de Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XX y el deterioro de su fútbol desde los tiempos triunfales de Bobby Charlton y Bobby Moore. Hoy los alemanes podrían responder, y quizá lo hagan desde las gradas del estadio Olímpico, que su país es apreciablemente más rico y poderoso.
El Servicio de Inteligencia Criminal británico (NCIS) dijo ayer que la operación policial desplegada en el Reino Unido para evitar que los hinchas violentos acudan al partido es la mayor jamás realizada. La detención de 48 presuntos hooligans en los aeropuertos de Londres y Manchester no impedirá, sin embargo, la llegada a Múnich de unos 12.000 fans, un buen porcentaje de ellos radicales, que provocan bastante más ansiedad entre el público alemán que Beckham y compañía. Como decía Franz Beckenbauer cuando le preguntaron si temía al equipo inglés: 'Jugamos en casa y, prácticamente, sólo necesitamos un empate [con él no estarían clasificados matemáticamente]. Por favor...'. No acabó la frase, pero dejó claro cómo seguía: 'No me haga reír'.
El dispositivo de seguridad que se ha montado en Múnich es el más grande desde los Juegos Olímpicos de 1972. ¿Y el fútbol qué? Los ingleses deberán tomar la iniciativa. Sólo la victoria les permitiría mantener la esperanza de clasificarse de forma directa. Inglaterra no tiene muchas posibilidades de ganar, pero, por más absurda que a Beckenbauer le parezca la idea, una triunfo inglés es más posible que hace un año, tras la victoria alemana por 1-0 en Wembley.
Desde aquella catástrofe, Inglaterra ha cambiado de entrenador. Kevin Keegan ha renunciado y su lugar lo ocupa Sven Goran Eriksson. El sueco ha impuesto cierto orden táctico y ha entendido que Beckham, Owen y Scholes son la base del equipo. No importa si están jugando bien o mal en sus clubes. Eriksson también ha demostrado más valentía que Keegan seleccionando a defensas jóvenes como el elegante central Ferdinand, del Leeds, o Cole, el habilidoso lateral izquierdo del Arsenal.
Las esperanzas alemanas por recobrar la grandeza recaen en gran parte en los hombros de otro joven, el mediocampista Deisler, del Hertha. Le llamaban el Beckham alemán hasta que Völler le cambió de la banda derecha al centro del campo. Ahora lo comparan con Netzer, el emblemático 10 de los años setenta.
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