Un viaje al mundo del espectáculo
Una exposición recorre en el Institut del Teatre de Barcelona el proceso creativo de un montaje teatral
Para el público, cuando se apagan las luces de sala y se levanta el telón comienza el espectáculo. Sin embargo, para quienes lo hacen posible, el estreno es sólo la parte final de un largo proceso con muchos protagonistas. Mostrar al gran público las diferentes etapas de este viaje al mundo del espectáculo acabado es el objetivo de la exposición que alberga la sede del Institut del Teatre de Barcelona. La creació de l'efímer. De la idea a l'espectacle es la primera exhibición del Museo de las Artes Escénicas (MAE) tras permanecer cerrado durante años. La nueva sede del Institut del Teatre, que está a punto de iniciar su segundo curso académico, ha permitido disponer del espacio necesario para ir mostrando, de forma progresiva, los extensos fondos de la entidad y que, entre otros, comprenden unas 200.000 fotografías, 5.000 carteles y 600 vestidos.
Adrià Gual o Fabià Puigserver planificaban el movimiento de los actores como un 'story board'
La creació de l'efímer. De la idea a l'espectacle ha sido organizada bajo las directrices de Guillem Jordi Graells, que ha ejercido de comisario. El tema escogido para esta primera exhibición permite una muestra representativa de la variedad de los fondos del museo. En el vestíbulo, el visitante recibe la primera llamada que habitualmente suele ponerle en conocimiento de la existencia de un nuevo espectáculo: es el área dedicada a los carteles publicitarios, el reclamo que el público suele recibir en la calle. Un cartel de 1901 creado por Archie Gunn para el espectáculo Florodora, estrenado aquel año en Nueva York, otro de Les Rivels y el que publicita el montaje de la ópera Salomé, estrenada en el Liceo de Barcelona en 1922, son algunas de las muestras más antiguas del arte del cartelismo presentes en la exposición.
Una cortina de terciopelo da acceso a una sala en la que se desvelan pequeños trucos utilizados en las artes escénicas. Una colección de espejos deformantes, una muestra de cómo puede crearse un fondo de selva, de ciudad o de colores mediante la técnica del ciclorama, que el espectador puede modificar con sólo manipular un botón, o la sencilla técnica de las sombras chinescas, conforman el grueso de este espacio.
En el primer piso del edificio, La creació de l'efímer se centra en los diversos protagonistas de la creación escénica. El repaso se inicia en el público, tan necesario para que el espectáculo cobre pleno sentido, con estadísticas sobre los índices de asistencia a los teatros catalanes desde 1995. Las escenografías y decorados, los sastres y sus figurines, los dramaturgos, actores, directores, coreógrafos, los teóricos de la interpretación, las intervención política en la actividad escénica y las iniciativas pública y privada que permiten su existencia son algunas de las escalas en las que se detiene la exhibición.
Los objetos antiguos o curiosos, las anécdotas y los pequeños detalles amenizan el recorrido. Se pueden contemplar manuscritos de Calderón de la Barca, Àngel Guimerà o Lope de Vega. Bocetos, maquetas y fotografías muestran cómo se crea un decorado, desde su existencia en papel o madera hasta su elaboración final; lo mismo sucede con el vestuario, un apartado en el que se pueden encontrar desde figurines hasta algunos vestidos de gran valor material y simbólico, como el lucido por la actriz Margarita Xirgu en el estreno de Doña Rosita la soltera, de García Lorca, en el teatro Principal de Barcelona en 1935 o un vestido de bolera perteneciente a la bailarina Antonia Mercè, La Argentinita.
Hay ejemplos de cómo la censura puede interferir en el proceso de creación, como el documento remitido en 1976 por el delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, en el que, tras ver un ensayo general de la obra Quiquiribú, de Joan Brossa, a cargo de la compañía L'Escorpí, se exige que 'las señoritas que realizan un strips-strease [sic] deberán cubrirse con un bikini de dos piezas'.
Se presenta también una selección de objetos que contribuyen a crear la magia del espectáculo, como esposas de escapismo, espadas inofensivas, carteras con documentos quemados y una primitiva máquina de viento del año 1900. Una serie de fotografías recuerda los primeros años de las compañías Dagoll Dagom (sus componentes retratados frente a su furgoneta en 1979, con aspecto de comuna hippy), Comediants, La Fura dels Baus y Els Joglars. Varios cuadernos de trabajo permiten comprobar que los directores Adrià Gual y Fabià Puigserver planificaban los movimientos de los actores en escena cual si se tratara del story board de una película.
Y para completar esta visita al mundo de las bambalinas, varios monitores de vídeo permiten seguir las declaraciones de actores y directores sobre los miedos, emociones y técnicas con que encaran su trabajo. La creació de l'efímer permanecerá abierta al público hasta el mes de julio del próximo año.
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