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Crónica:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Szabo gana el oro, no el perdón de Szekely

Las rumanas comparten sin reconciliarse el éxito en los 1.500; Natalia Rodríguez, sexta

Carlos Arribas

Ha pasado media hora desde que terminó la final de 1.500 femeninos. Son las cuatro de la mañana en España y Natalia Rodríguez no para de hablar por teléfono. Está en la carpa en las afueras del estadio donde los atletas dejan su chándal y su mochila, junto a la zona mixta. 'Está hablando con su novio', dice su entrenador, Miguel Escalona. Por fin, Natalia, una brillante sexta, cuelga el teléfono. 'Estoy nerviosísima, más nerviosa todavía que antes de empezar la carrera', dice, los ojos brillantes de emoción. Escalona también está nervioso. Han sido nueve años de trabajo cotidiano desde que Natalia, diminuta corredora de 13 años, cayera en sus manos, allí, en Tarragona.

Si algo distingue a Natalia, aparte de sus tobillos, es su cabeza. Su control de la carrera también. Así describe su final de 1.500, su primera gran final, un nivel que no esperaba alcanzar después del gran fiasco de Sydney, donde no pasó de la segunda serie: 'He salido controlando el ritmo y siguiendo a las favoritas para no perder contacto, pero también para no quedarme sin fuerzas y desfondarme. He ido ahorrando algo y he hecho el último 400 a tope'.

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Gráfico animado:: 1.500 metros

Natalia iba tan centrada en su carrera que no vio, delante de ella, el gran duelo del día, la pelea entre las dos rumanas enemigas encarnizadas, Gabriela Szabo, la fina y diminuta rubia, y Violeta Szekely, la potente corredora. El duelo del morbo. Hace unos años Szabo se ensañó con su compatriota, que había dado positivo en un control antidopaje. Después, cuando volvió tras la suspensión, Szabo continuó arremetiendo, diciendo que no la tenía que dejar correr por fea. Szekely le planteó una querella en los tribunales y la desafió en la pista. Con más facilidad de la esperada, y un potente cambio de ritmo en la última curva, a 150 metros, la rubita se deshizo de la potente, que se llevó la plata. La rusa Natalia Gorelova, que marcó el ritmo de la carrera desde la segunda vuelta, fue bronce. La otra española, Nuria Fernández, de Torrejón de Ardoz, no se había recuperado bien de las dos series anteriores y terminó última.

Terminada la carrera, Szabo cogió una bandera rumana e invitó a Szekely, antes Beclea, a unirse a ella en la vuelta de honor. La plata dudó, pero acabó dando la vuelta. 'Era importante demostrar al pueblo rumano que estamos intentando hacer las paces', dijo Szabo, que buscaba disculparse ante su compatriota.

Ésta, sin embargo, es dura de pelar. 'Felicito a Gabriela por su victoria, pero eso no quiere decir que la perdone por todo lo que me ha hecho', dijo.

Gabriela Szabo, a la derecha, y Violeta Szekely dan la vuelta de honor al estadio con la bandera rumana tras la final de los 1.500.
Gabriela Szabo, a la derecha, y Violeta Szekely dan la vuelta de honor al estadio con la bandera rumana tras la final de los 1.500.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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