Ruidosa concurrencia
'Mejor ser alegre que ser triste', escribió el poeta Vinicius de Morães en Samba da bênção. Con esa canción comienza Tanto tempo, el estupendo disco que está dando a conocer en todo el mundo a Bebel Gilberto, y con ella, y los sonidos programados por el DJ Amon Tobin, comenzó la primera actuación española de la brasileña. Si alguien tenía derecho moral a ponerle algún reparo a esta versión electrónica de su bendita samba era Baden Powell, que fue quien la compuso allá por los años sesenta. Sucede que el guitarrista tuvo tiempo de oírla, antes de morirse, y aseguran que le encantó. Y es que ha quedado bien resultona. Probablemente le hubiera gustado mucho menos padecer su famosa canción en una discoteca como la que acogió a Bebel Gilberto en Madrid.
La bossa nova nació en ambientes íntimos de los barrios acomodados de Río de Janeiro, como una música casi de cámara, preocupada siempre por los pequeños detalles. Como mucho, para lugares con tintineo de vasos y algunos cuchicheos, que ahora se ven alegremente sustituidos por conversaciones en voz alta, risotadas y algarabía. Si al padre de la cantante, João Gilberto, le reciben con la décima parte de este guirigay, seguro que la liamos. El mítico hombre de la guitarra y la voz susurrante desaparece de allí en un visto y no visto.
Aquella bossa refinada que sedujo a los aficionados al jazz se reviste en 2001 de electrónica y atrae a jóvenes seguidores de nuevas tendencias que acuden en número importante a los conciertos de artistas como Bebel Gilberto.
Hija de un genio
Hija del genio de la bossa nova y de la cantante Miúcha, sobrina de Chico Buarque, Bebel mostró en directo el empaque que da haberse subido a un escenario siendo una niña, y sus participaciones en discos de Caetano Veloso, David Byrne o Kenny G, la banda sonora de Next stop wonderland, grabaciones colectivas como Red Hot and Rio o las colaboraciones con Towa Tei, Smoke City o Thievery Corporation.
La acompañaba una banda que no aporta gran cosa y que recurre en exceso a material pregrabado. Se echa de menos a un bajista como Jorge Helder -se echa de menos un bajista, simplemente-, y a todos los excelentes músicos que trabajaron junto a ella en su disco.
El guitarrista es japonés. No se trata de un caprichoso toque exótico: los nipones mantuvieron viva la llama de la bossa en los tiempos del olvido. Con el de Tokio, a solas, Bebel cantó Samba e amor, de su ilustre tío.
Ofreció buena parte de los temas de Tanto tempo -incluido So nice (Summer samba), de Marcos y Paulo Sergio Valle-, pero también un inesperado No return, de The Kinks, con aire de Ipanema y citas de la tierna Preciso dizer que te amo, que ella misma compuso con su amigo ya fallecido Cazuza. Afirma que, de no haber pasado los últimos diez años en Nueva York, jamás hubiera existido su disco. Mejor escucharlo cómodamente en casa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.