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Un mosaico de reacciones

El rey Juan Carlos felicita al presidente chino; Estados Unidos responde con frialdad, y se multiplican las voces en contra de la elección

Desde la Casa Blanca a Cuba pasando por el júbilo que se vivió en Pekín, las reacciones a la elección de la capital china como sede de los Juegos Olímpicos de 2008 se centraron en la singularidad del régimen del país asiático.

Desde Washington se firmaba una declaración institucional en la que se recordaba que 'la elección es asunto del COI y Estados Unidos la respeta. Nuestros deportistas estarán en China en 2008'. Mientras, volaba en dirección a Pekín un telegrama del rey Juan Carlos para felicitar al presidente chino, Jiang Zenin. Un presidente que desde la plaza de Tiananmem se felicitaba a sí mismo junto a miles de ciudadanos de la ciudad escogida bajo el reflejo de los juegos pirotécnicos.

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El COI, a través de su director general, Francois Carrard, confiaba en que 'en los próximos años se produzcan cambios muy notables en China'. Un sentimiento compartido por la isla de Taiwan, separada de la China continental tras la guerra civil de 1949, que se mostró 'esperanzada en que el régimen chino abandone el uso de la fuerza'.

Los comités de las cuatro ciudades derrotadas asumieron no ser las elegidas, aunque con un punto de amargura. Henri Serandour, responsable de la candidatura de París apuntó: 'Nosotros nos hemos basado en los valores del humanismo, pero hemos perdido y hay que aceptarlo'. Serandour también lanzó un interrogante: 'Me extraña mucho la distancia entre los votos de Pekín y la calidad de su dosier'. 'No es un drama', concluyó el francés. Una decepción, la francesa, a la que se unió el presidente de este país, Jacques Chirac, que lamentó la derrota y se mostró 'triste por Francia', mientras el primer ministro, Lionel Jospin, recordaba que la capital china 'ha hecho valer que allí vive una quinta parte de la población mundial'.

Wei Jizhong, después de saltar de alegría al conocer su victoria junto al resto de la delegación china, hizo una fría descripción del triunfo de Pekín: 'Ha sido una decisión objetiva que afecta a más de 1.200 millones de personas. Es un gran momento para el movimiento olímpico.' Wei, miembro de la delegación, añadió un gesto de cordialidad: 'Tenemos que tender puentes de entendimiento y podremos resolver nuestras diferencias'.

Una frialdad que contrasta con la actitud de la organización para los derechos humanos Amnistía Internacional y del gobierno tibetano en el exilio. 'Ahora se refuerza la horrible represión del gobierno de Pekín', criticó Kalon T. C. Tethong, portavoz de los tibetanos exiliados. Desde la Unión Europea, tampoco agradó la designación de Pekín. El Comisario de Asuntos Exteriores, Chris Patten, expresó su opinión con claridad: 'Es inconcebible que organice los Juegos un país que impide a sus ciudadanos el acceso a las noticias sobre el evento'. Patten hacía referencia así a la inaccesibilidad desde China a las páginas de Internet de las cadenas de televisión BBC y CNN.

Uno de los mayores respaldos que econtró Pekín fue el de Cuba. Humberto Rodríguez, presidente del Instituto de Deportes Cubano calificó de 'merecidísima victoria' la designación de la capital asiática.

También El Vaticano expresó su apoyo a Pekín.

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