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Tribuna:REDEFINIR CATALUÑA
Tribuna
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Contra la torre de Babel...

Un lector que es evidente que no quiere mucho a Félix de Azúa -pero que tampoco siente por mí una especial simpatía- me recriminó agriamente por e-mail una afirmación de mi último artículo donde aseguraba que Félix tiene la cabeza muy bien amueblada. Comoquiera que ésta es una afirmación por supuesto subjetiva, no me veo capaz de justificarla, aunque una tiende a creer que hay cosas que son evidentes. Me parece evidente que Félix es un interlocutor de lujo en el debate lingüístico, primero porque piensa por libre, y segundo porque, extrañamente, en su caso es cierto que piensa. Era, pues, uno de los destinatarios de mi SOS lengua que lancé a manera de reflexión, y su respuesta, inteligente, sólo confirma mi convicción de no haber errado el objetivo. Ahora la pelota vuelve a mi campo, y ello me plantea una cuestión no menor: admitir el alto grado de acuerdo en el análisis de fondo, pero hacerlo desde una negación de plano de los ejemplos escogidos. Como si estuviéramos en el mismo paisaje pero hubiéramos pintado distinto el dibujo.

El acuerdo de fondo es doble: la manipulación de la reivindicación lingüística por parte del poder me parece indiscutible y probablemente está en la base de los muchos problemas de prestigio y consolidación que tiene el idioma. Al mismo tiempo, es evidente que ese mismo poder ha usado la lengua 'como rito para acceder a las esferas de influencia' y ese sobrecargo de abuso ha llevado a muchos de nosotros a rechazar de plano el esencialismo. Ergo, el nacionalismo, sustituido por una vocación independentista que tiene mucho más de estratégica que de ideológica. Que el catalán, fruto de esa abducción del poder, se ha derechizado y ha dejado de ser una preocupación, una sensibilidad, tal vez un sentido de lucha de la mayoría de la izquierda, también me parece cierto. Hasta aquí, pues, sí. Pero en cambio no estoy de acuerdo con algunas de las afirmaciones que sustentan el artículo de Félix y que, seguramente, están en la base de su actitud pública respecto al idioma. O como mínimo, de lo que se cree que es su actitud.

'La lengua catalana está mejor que nunca'. En absoluto, Félix, como tampoco es cierto que aquello que no pudo destruir el franquismo no va a ser destruido por la democracia. No. No es que el catalán vaya a ser destruido, pero puede lisa y llanamente ir desapareciendo de las esferas de la comunicación, y su desaparición geográfica, cual mancha de aceite silenciosa, no ceja en persistir. La cantidad de campos donde no se utiliza es cuantiosa, el uso es relativamente sólido en el Principado, pero sólidamente menguante en las islas y en Valencia, y su nivel de deterioro en calidad, en prestigio y en riqueza idiomática está ahí, para alarma de los estudiosos. Como, además, se ha convertido en bandera falaz de unos, ha dejado de ser preocupación de otros, y esa fragmentación de la lucha común por consolidarlo lo debilita sensiblemente. La comparación con el francés me resulta inadecuada porque, querido Félix, el francés sí es una lengua de Estado, y como tal tiene el poderosísimo paraguas de protección del no menos poderoso patriotismo francés. En todo caso, ya quisiera para el catalán los problemas de prestigio de la lengua de Voltaire... Y si bien estoy de acuerdo en que el analfabetismo lingüístico está tan lindamente globalizado como la pobreza -la única globalización indiscutible-, también creo que el catalán no está en absoluto en el mismo plano de deterioro que otras grandes lenguas. El pisoteo del catalán es mucho más pisoteo, quizá porqué parte de una situación también mucho más débil.

Tampoco me sirve el ejemplo de la pobre y modesta profesora de la Rovira, acorralada por todo el establishment catalanista, como metáfora de la pérdida de épica que pudiera tener la reivindicación lingüística. Primero porque en cuanto pobre y solitaria, nada de nada... No en vano otro tipo de establishment, no menos poderoso e igualmente cargado de ideología e intencionalidad política, la arropó, la defendió y le dio los mecanismos de actuación. ¿O es que nos hemos vuelto todos ingenuos? Pero aunque fuera el caso -que no lo es-, la presencia de consejeros y líderes políticos en el juicio ¿qué tiene que ver con la imagen de 'sacrificio, idealismo y lucha' que exige el catalán? En todo caso, puede denunciarse el abuso de la oficialidad, como hizo Ramoneda no hace mucho, pero ello no convierte el catalán en el idioma de los coches oficiales. Continúa siendo un idioma bastante desgraciado, el pobre. Nada que ver con la brillantez de los coches oficiales del idioma del reino..., que ése sí vive desacomplejado su sobrecarga. No es una cuestión de imagen, Félix, sino de voluntad. Por mucha demagogia que el poder pueda hacer del idioma -instalado en un permanente triunfalismo-, éste continúa en situación delicada. Son dos, pues, los flancos de lucha: a favor de su consolidación, y en contra de su manipulación.

Finalmente, lo de la derecha y la izquierda. Lo de la derecha, de acuerdo. Pero lo de la izquierda... Querido, tengo para mí que a la izquierda ya le va bien un montón de excusas para sacarse de encima según qué incómodas cargas, más lindas en épocas de resistencia que de normalidad. ¡Y el catalán es una pesada carga! De manera que, con la excusa de la abducción pujolista, le regalamos la bandera en lugar de disputársela. Eso es lo que quizá me dolía más de vuestras posturas babelianas, para mí incomprensibles. Que hicisteis bueno, por contraposición, el abuso pujolista del idioma. Le pusisteis épica donde sólo habían terrenales intereses... Y mientras, en medio del campo, la pelota de la lengua iba de bandazo en bandazo.

No sé, quizá exagero. Y hasta te diré que hay momentos, canturreando a Pedro Guerra -'contra la torre de Babel hacemos mundos, hechos de mezcla y de saber'-, que pienso que quizá no hay para tanto. Pero para luchar contra el autismo patrio primero hay que tener una lengua con la que comunicarse. Y la mía, mi querido, anda por ahí hecha un trapo. Quizá reluce más que el sol en las esferas del poder, pero es la brillantina que camufla la caspa. En la calle te aseguro que la cosa no es tan fina.

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Pilar Rahola es escritora y periodista. pilarrahola@hotmail.com

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