Una de arena y otra de cal

El directo de Pat Metheny es lo bastante conocido por los aficionados valencianos (ha actuado regularmente en la ciudad, cada vez con tres o cuatro gramys más en su estantería de trofeos) como para no esperar demasiadas sorpresas en un nuevo concierto. Sin embargo, en el concierto inaugural del V Festival de Jazz al Palau era inevitable una cierta curiosidad por escucharlo en dúo junto al veterano contrabajista Charlie Haden, lo que constituía la primera parte del programa anunciado, mezcla de arena y cal. Fue una secuencia enteramente acústica que duró tres cuartos de hora y en la que Metheny alternó dos guitarras acústicas. Con la primera, una española genuina, pareció inseguro, balbuceante, lo que no deja de ser sorprendente, mientras que con la segunda, más metálica, bordeó sin apenas sutilezas la estética country. Poco importaba el repertorio, en el que figuraba incluso un homenaje a Django Reindhart, porque más allá de las diferencias tímbricas, todo pareció fundirse en las proximidades de la música ambiental.

El contrabajo de Haden actuó como cedazo y aportó matices al encuentro, pero no tuvo éxito en la tarea de filtrar las impurezas y homogeneidad de su acompañante. Por un momento, pareció que el Blues for Pat final, grabado hace años por ambos con Billy Higgins, iba a satisfacer las expectativas despertadas, pero sólo lo hizo a medias al acabar con un hachazo guitarrero inexplicable.

Así que, tras la relativa decepción de la primera parte, llegó la confirmación del Metheny de siempre en la segunda. Pertrechado con tres o cuatro guitarras eléctricas y pedales que maneja con efectividad incontestable, ofreció lo mejor de sí mismo: un estilo inconfundible y accesible que se resiste al etiquetado habitual de los géneros y que cabalga entre el jazz, el folk y el rock. El sonido de sus cuerdas llenó, en ocasiones recurriendo a estándars como Autumn leaves o All the things you are, la sala grande del Palau con algunos pasajes vigorosos, en cabal entendimiento con los miembros de su nuevo trío. El contrabajo de Steve Robdy, que figuraba como productor y editor digital en el premiado Trio live editado en 2000, hizo una faena artesana que casa bien, por contraste, con las filigranas del guitarrista. Por su parte, el mejicano Antonio Sánchez, una estrella emergente, puso la nota cálida y una cierta exuberancia al conjunto.