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Reportaje:

Mal de altura

La UD Las Palmas, que debe 1.200 millones a la plantilla, vive el año más tormentoso de su historia en el regreso a Primera

El pasado lunes por la noche el Consejo de Administración de la UD Las Palmas anunció por sorpresa la dimisión de todos sus miembros, decisión que se hará efectiva el próximo 4 de julio. La noticia alarmó aún más a una plantilla a la que se le adeudan 1.200 millones de pesetas en total y a otros acreedores. Éste es el colofón de un año que todo el mundo prometía festivo, pero que se ha convertido en el más tortuoso de la historia del club canario, al que los éxitos deportivos no han salvado de la catátrofe económica. Los primeros problemas empezaron con la fuga del delantero turco Oktay. Con la excusa de haber recibido amenazas por parte de una banda de ingleses amigos de Samways, el que se suponía fichaje más atractivo de la campaña abandonaba la isla para no volver. La explicación del jugador no convencía a nadie y en el ambiente quedó latente la pregunta de si las amenazas provenían del dueño de sus derechos, al que nunca se le satisfacieron los emolumentos que reclamaba.

Otros tres fichajes cruciales se retrasaron más de lo debido y el equipo tuvo un pésimo comienzo liguero. La llegada de los brasileños Álvaro y Baiano y del argentino Schurrer enderezó la marcha deportiva. Tanto que al final de la primera vuelta Las Palmas acabó en séptima posición, algo impensable apenas unos meses atrás.

Cuando parecía que la fiesta se instalaría en este club recién ascendido, comenzaron a aparecer nuevamente los problemas. Tras el partido contra el Rayo en Vallecas, se difundió que Las Palmas podía poner en práctica métodos ilegales de recuperación de sus jugadores. La excusa, unas simples jeringuillas encontradas en el vestuario rayista. Las polémicas serían a partir de ese momento semanales.

Por aquel entonces la plantilla empezaba a sufrir el acoso de los acreedores. El club no cumplía con los plazos de las fichas y únicamente pagaba los salarios. Este ambiente enrarecido tuvo uno de sus puntos culminantes tras el despido del guineano Oulare. Sergio Kresic decidió apartarlo 'porque no está involucrado en el proyecto'. Con ese eufemismo castigaba al jugador por ausentarse sin permiso de los entrenamientos como método de presión hacia la entidad.

El crédito que no llega

En abril cayó la primera y única orden de embargo, por la que una empresa de viajes sería la beneficiaria de cualquier ingreso que perciba el club, por una deuda que ronda los 50 millones de pesetas. Aún así, el presidente del club, Manuel García Navarro, realiza gestiones urgentes para obtener un crédito de la Caja de Canarias por 500 millones, con los que piensa afrontar los contratos federativos de los jugadores antes del 30 de junio para salir al paso de cualquier denuncia por impago.

La dimisión del Consejo viene motivada por la descomunal pañolada de los aficionados en el último partido de Liga y por el hastío de varios consejeros de peso a los que se les señala como protagonistas de una operación oculta para dejar casi morir el club y aparecer como sus salvadores en el último instante. Esta sospecha ha provocado que las instituciones no mediaran en la búsqueda de soluciones.

A los problemas de toda la temporada se unen a última hora dos más. Los continuos aplazamientos para resolver el tema Oktay, que parecían tener fecha final el pasado 12 de junio con la esperanza de cobrar los 500 millones que la UD reclama, sufre una nueva prórroga. Para colmo, el fichaje de Brindisi como técnico se evaporó, harto el argentino de esperar noticias en un hotel, mientras las ofertas que habían llegado al club por Álvaro procedentes de Alemania e Inglaterrra, encuentran una nueva cortapisa con la solicitud de la RFEF a la FIFA de que la inhabilitación de seis meses con que fue sancionado, junto a su compañero Baiano, sea de ámbito internacional.

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