_
_
_
_
Crítica:FERIA DE CÓRDOBA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toros sin fuelle

Sin toro no hay emoción ni posibilidades de hacer nada. Así se puede resumir lo que ocurrió ayer tarde en el coso de Los Califas con el encierro de Joaquín Barral, que envió ejemplares sin fuerza, descastados, sin ganas de pelea y muy cómodos de cara. Sólo pases sueltos, sin ligar las series, todas faltas de emoción e interés. Así pasó la tarde calurosa y aburrida de la última corrida de toros de a pie de la Feria de Córdoba, que acaba hoy con una de rejones.

Con semejante material ruinoso, los espadas se emplearon más en plan enfermero con las muletas a media altura, pues bajarlas para que humillaran en la embestida provocaba, por lo general, que los toros se derrumbaran.

Ponce desistió pronto de la lidia en su primero, pues su enemigo no andaba. Con el sobrero que hizo cuarto, el torero sacó naturales y redondos, algunos de ellos templados. Se encontró a gusto en la cara del animal en esta faena larga. El público le pidió la oreja, pero el presidente no encontró ni pañuelos suficientes ni argumentos sólidos para concederle el trofeo, lo que originó una gran bronca.

Jesulín encontró el mismo material. El primero de su lote cabeceó excesivamente por su falta de fuerza, y lo intentó con la derecha y con la izquierda, de donde salieron tandas sin emoción ni transmisión. En el quinto, el diestro no le dio a su enemigo la distancia precisa y terminó por ahogarle la embestida. Su labor se prolongó con el clásico arrimón que le caracteriza y los pases que aplaude su parroquia.

Mala suerte

Finito tuvo la misma mala suerte que sus compañeros. Su lote también tuvo pocas fuerzas y se empleó sin clase en la muleta. Con el tercero de lidia ordinaria, que a veces metía bien la cabeza, sacó una serie de derechazos muy celebrados en los tendidos. Con el que cerró plaza no pudo conseguir absolutamente nada.

Los tres espadas marcharon de la plaza como entraron en ella, sin ningún trofeo, y eso que jugaban con la baza a su favor de un público triunfalista, que ayer no pudo sacar pañuelos -salvo con el segundo de Ponce- para pedir trofeos porque el encierro no dio para más. Quizá con un poquito más de gas, los animales, dóciles y nobles, hubieran proporcionado otro espectáculo, pero es ya mucho pedir en estos tiempos en los que, por lo general, salen este tipo de corridas que no dicen absolutamente nada a la afición y a los simpatizantes que cada vez se acercan menos a la plaza. Los precios echan para atrás, de los encierros no se puede uno fiar.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_