Animales demasiado humanos
Con frecuencia, y al referirnos a los animales, los humanos solemos adoptar una posición descaradamente antropocéntrica, tratando, incluso, de humanizar sus comportamientos.
Este es un recurso muy usado, por ejemplo, en determinados documentales de naturaleza, en los que el atractivo de determinadas especies parece fundarse en los rasgos que las acercan al mundo de los humanos. Así ocurre, también, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sobre todo cuando trata de describir ciertas características de algunos carnívoros. La comadreja es 'viva y ligera', el lobo es un 'animal salvaje', el oso es de 'andar perezoso' y la zorra caza 'con gran astucia', asegura esta obra.
Al hablar de su alimentación, el Drae se inclina por una visión que los presenta como competidores del hombre. De forma indirecta los descalifica ya que deja entrever que constituyen, en cierto modo, una amenaza para los humanos, lo cual no favorece una actitud positiva hacia la conservación de estas especies, algunas de las cuales todavía arrastran, como el lobo, una pésima reputación a pesar de su escasez.
Si hacemos caso a este diccionario, el turón vive en sitios montuosos donde habita la caza, de la cual se alimenta, y el oso colmenero es aquel que tiene por costumbre robar colmenas para comerse la miel.
En el caso del oso, relata Agudo, esta competencia por los recursos 'llega a extremos inesperados'. Este mamífero, asegura el Drae, 'se alimenta con preferencia de vegetales, si bien, acosado por el hambre, ataca a toda clase de ganados y aún al hombre'.
Un poco más adelante, el diccionario de la Academia añade: 'Y se pone de pie para acometer y defenderse'. 'La descripción', concluye Agudo, 'no es sólo la de un animal dañino o perjudicial, sino peligroso y temible'.
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