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Columna
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Un político con expectativas

Si no yerro, Jordi Sevilla es, junto a la joven alicantina Leire Pajín, el único valenciano -nacido en Ruzafa- que forma parte de la más estricta dirección federal del PSOE en calidad de responsable del área de Economía y Hacienda, lo que no constituye precisamente un cargo subalterno. Es asimismo diputado electo por Castellón y portavoz de Economía en el Congreso. Antes, dirigió sucesivamente los gabinetes de los ministros de Agricultura y de Economía, además de haber participado en el equipo de asesores del presidente Felipe González. Hoy, al decir de los mejor informados, cuenta con el amparo de éste y, por supuesto, con la confianza del secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, a cuya promoción contribuyó denodadamente.

No obstante su raíz y esta hoja de servicios podríamos afirmar que es un gran desconocido por estos pagos, y hasta es dudoso que muchos de sus compañeros tengan una noticia suficiente del personaje. Tampoco se les podría reprochar, pues se trata de uno de esos paisanos que figuran en el capítulo de 'valencianos que triunfan' lejos de estas tierras. En este caso, tan lejos como en Madrid. Nada más recomendable, ni insoslayable, para quien se proponga apostar fuerte en la carrera política. Ninguna ambición pública merece ser confirmada, todavía al menos o eso parece, sin tomar la alternativa en los aledaños de la Corte.

De Jordi Sevilla, sin embargo, nos cabe decir que nunca se anduvo con un pie y otro allí decantándose según las oportunidades. Tengo para mí que siempre tuvo claro dónde estaba el mogollón y las opciones más eficaces, que, como es evidente, supo elegir y conserva. Lo cual no ha de invalidarle, o eso creemos, para que se reencuentre con su origen y con las nuevas huestes socialistas valencianas que, a la postre, y por su mismo interés, pueden serle un precioso aval frente a los tiburones fratricidas capitalinos. Para ejercer de 'nuestro socialista en Madrid' necesita esta credencial. Otra cosa es que, dada la laxitud circunstancial -o eso suponemos- del PSPV, tal valimiento no se convierta en una losa.

Estos días, y respondiendo quizá a esa alianza tácita, el mentado portavoz se ha dado un garbeo por estos pagos y lo ha aprovechado para reunirse con gentes y estamentos sociales más o menos proclives, pero a los que convenía exponer el propósito y alcance de la 'oposición útil' que los socialistas practican. Después de todo, si hay que juzgar por lo oído, no es más que una descripción eufemística del puño de hierro con guante de terciopelo. Sin crispaciones ni vehemencias, Sevilla puso a caer de un burro las políticas de José María Aznar tanto como la de Eduardo Zaplana, de quien afirmó que su acción de gobierno es meramente virtual, simple apariencia. Así será, sólo falta que el electorado lo perciba del mismo modo. También proclamó que no está escrito quién ha de ganar las próximas elecciones, lo que invita a euforias no menos virtuales.

Estas y otras alegrías retóricas, en fin, no merman los mimbres dialécticos ni el amplio registro intelectual de este político valenciano que, con suerte y tiempo por delante, puede colmar sus ambiciones. Ahora apenas es un futuro ministro de Economía en expectativa de destino.

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