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Reportaje:Segunda División | FÚTBOL

Gil-Marcos, una relación imposible

El técnico del Atlético no se habla con el dueño del club desde hace meses y ni siquiera le saluda al cruzarse con él

Diego Torres

Huele a linimento, a sudor y a vapor de agua el vestuario en el momento en que entró Jesús Gil y Gil. El Gordo, como le llaman los jugadores, reapareció después de una larga ausencia, cuando mejor iban las cosas. Hace un mes, el Atlético había ganado cinco partidos consecutivos y el propietario regresó a sus anchas para pasar revista a la tropa. Se cruzó con el técnico, Marcos Alonso, alias Pichón, y se hizo un silencio. Los presentes intercambiaron miradas de inquietud. Y cuando Marcos pasó de largo Gil vociferó: '¡Buenas!'. Pero nada. Marcos no contestó. Siguió su camino, indiferente al hombre más poderoso del club.

'Si me quieren hablar que me hablen de frente', comentó después Alonso (Santander, 1959), como si su suerte estuviera echada y no dependiera de otra cosa que de un grupo de futbolistas. Como si no hubiera espacio en un mismo vestuario para el Pichón y el Gordo. Tal ha sido la extraña convivencia de poderes en el Atlético de Madrid en su accidentada lucha por el ascenso. Y tales son las dificultades que ha encontrado el entrenador para ganarse la confianza de sus hombres y sobrevivir a un jefe que ayer -tras dos derrotas consecutivas y el ascenso casi imposible- aseguró: 'Marcos sigue a pesar de mi opnión; si por mí fuera le habría echado hace 20 partidos'.

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Hace 20 partidos, Gil no lo echó por tres razones, todas argumentadas por fuentes del club: porque se interpuso Paulo Futre, el director general; porque no encontraron un sustituto adecuado; y porque la indemnización que le reclamó Marcos a Gil supuso una verdadera losa. El contrato ampara al técnico.

'¿Quién ha dicho que hay que hablarse con el presidente del club para entrenar al equipo?', se pregunta Alonso. Visceral, respetuoso de códigos sin dobleces, poco diplomático pero sincero. Así definen sus colegas al entrenador, que llegó al Manzanares a principios de octubre, cuando el Atlético ocupaba puestos de descenso a Segunda B, y que consiguió escalar hasta el cuarto puesto. Cuando firmó lo hizo sólo por esta temporada y dijo que 'en ningún momento' se había planteado firmar por más porque, explicó: 'Si todo sale bien, seguro que me renuevan'.

Tan poca simetría hay en el fútbol que el director general deportivo, Paulo Futre, nunca se atrevió a confirmar al técnico en el puesto para la próxima temporada. No lo hizo cuando el Atlético rozaba el ascenso y ahora menos. ¿Entrenará Marcos el lunes al equipo? El sábado, Futre se mostró más vacilante que nunca: 'S... sí, sí lo entrenará él'. Hoy, antes del entrenamiento, Futre y Marcos tendrán otra reunión. El aire huele a finiquito. Tal vez todo sea cuestión de dinero. Gil ha decidido que no pasará de junio.

Las razones del enfrentamiento entre Gil y Alonso se remontan al funcionamiento atípico del club. Porque hasta que Futre asumió el cargo de director general, la última palabra la tuvo Gil. Para todo. Incluso para interferir entre el entrenador y los jugadores, como ocurrió a la semana siguiente de que asumiera Marcos. Cuando el técnico retiró a Kiko del equipo porque no lo encontró físicamente bien y Gil le obligó a alinearlo para desconcierto del vestuario. 'Marcos ha tragado', murmuró un futbolista. La mano del presidente rompió la unidad de la plantilla. Algunos se colocaron junto a Marcos, otros se distanciaron.

Kiko fue un detonante. Apenas podía correr a principios de temporada. Pero mandarlo al banquillo dañaba la imagen del club, según los dueños. Iba contra las medidas publicitarias que proponían los patrocinadores (Nike, principalmente), que incluían anuncios protagonizados por el carismático capitán. Afectaba a un símbolo de la afición. Era una decisión sin demagogia, contra el criterio político de Gil, que forzó la restitución de Kiko y descalificó a Marcos. Así es que, irritado, Marcos bajó la cabeza y maquinó su treta: puso a Kiko como respuesta, para probar que tenía razón. Y Kiko demostró que no podía. A la semana siguiente, los roces entre el presidente y el técnico se habían trocado en cruce de insultos y descalificaciones.

Marcos lo dice todo a la cara. 'Fiera, no estás para jugar y mañana no te pongo', les lanza a los que irán a parar al banquillo, según testigos. Así lo hizo con Toni, un portero que parecía indiscutible y que retiró en favor de Sergio. Y así lo hizo con Kiko. Y, con la misma resolución, retrasó a Juan Gómez a la defensa para fundar el pilar del equipo. Decía: 'Dame tres o cuatro sudacas que yo te hago un equipo'.

'Te necesito: si juegas por delante de Juan Gómez, sé que por ahí no va a pasar nadie', le animó al argentino Mena. Así es que Mena, que estaba deprimido bajo el efecto de las lesiones y los problemas personales, se hizo con un puesto en el medio campo. Incluso llegó a soltar sus discursos triunfalistas a todo volumen. Durante un entrenamiento, en un remate desde fuera del área, Mena mandó el balón a las nubes. '¡Bien, bien!', le animó Marcos desde la banda. La euforia no permitía juicios realistas.

'Con este equipo ya subí a Primera', repetía Marcos hace cuatro semanas, como presa de una alucinación. Lo aseguraba en la intimidad del vestuario y ante los micrófonos. Se lo creía. Estaba convencido de que no contaba con una gran plantilla pero también confiaba en que la que tenía le bastaba para ganar la Liga de Segunda. ¿Suena a chufla? 'No, suena a realidad', replicó; 'si miras el calendario que nos queda, es posible. Ahora lo que hay que hacer es ganar todos los partidos que nos quedan. Porque podemos ganarlos todos. Claro. El cien por cien'. El Éibar y el Murcia le han desmentido en las dos últimas jornadas. Y ya no el primer puesto de Segunda, el simple ascenso es lo que suena cada vez más lejano.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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