Duelo generoso en el Carlos Tartiere

El Oviedo y el Valencia libraron un partido de esfuerzos generosos y desmedidas ambiciones que concluyó con un evidente desarreglo en el marcador, pues el empate final a cero es un engaño para la pequeña historia y también para la credibilidad de la estadística. Fue uno de esos partidos de ida y vuelta, que empiezan con un gran tufillo táctico y algunos temores y se van descosiendo a medida que los minutos se consumen con un claro desencuentro en la fase decisiva entre las apetencias del público, que vibra en el graderío a medida que se suceden las llegadas al área, y las de los entrenadores de ambos equipos, próximos en la desesperación al pie de sus banquillos, aturdidos por los riesgos del juego convertido en una especie de ruleta rusa.

Se jugaba ayer mucho el Oviedo y no poco el Valencia. Los locales, con sus perseguidores del vagón de cola apretándole las tuercas al equipo de Antic. El Valencia compareció con la Liga de Campeones fresca en la retina. El equipo de Cúper tuvo que aceptar el cuerpo a cuerpo que le planteó un apremiado Oviedo y ambos equipos depararon un partido vibrante, con un derroche de generosidad, pues no es frecuente ver al Oviedo crear tantas ocasiones de gol, o al menos tantas llegadas al área, y lo es menos ver al Valencia conceder al rival esas alegrías.