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Columna
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Humanidades

Con una portada inconfundible de Mónica Hernández, tan suya siempre, ha salido el número 3 de la Segunda Época de la revista de humanidades Tempestas, número que se abre con un barco zozobrando entre las olas del mar bajo el que se lee una cita de Hamlet: ' ... Moderación en todo, puesto que aun en el torrente,/ la tempestad, o mejor dicho, el huracán de las pasiones,/ se debe conservar aquella templanza / que hace suave y elegante la expresión'. Son palabras que me suenan a no perder nunca la compostura; ni un grito, ni una palabra malsonante, ni ningún otro estallido de desahogo que pueda mermar la calidad de nuestros objetivos y actitudes. Hamlet lo consigue por ser quién es el poeta que así lo decidió, pero ni siquiera a un príncipe inventado le debe resultar fácil, y para nosotros es un empeño casi imposible.

Da la sensación de que esa deseada moderación expresiva, que en la actualidad atribuimos a la educación inglesa, ya funcionaba en aquellos tiempos en Dinamarca; o que Shakespeare la intuyó y, con o sin intención, la puso de moda en su tierra. Desde luego le gustaba, y, fuera como fuera, y quizá porque dista mucho de nuestro tipo de comunicación altísona y desinhibida, el caso es que no puede menos que chocarnos el que una persona en plena tormenta de una pasión tan intensa pueda estar, al mismo tiempo, pendiente de la suavidad y elegancia de su expresión. Sólo un poeta excepcional puede convencernos de ello.

Tempestas acertó al elegir los versos de Shakespeare, y también al servirse en el editorial de la tempestad y la tormenta para invitar, con ingenio y simpatía, a los posibles lectores a calcular la fortaleza del ánimo, la firmeza y la constancia que podrían necesitar para recordar a la revista dos veces al año, para convertirse en seguidores fieles. Aciertos que, tal como también explica el mismo editorial, suelen ser fruto del esfuerzo, que no de la fortuna. Para comprobarlo no hay más que ver la cuidada edición sevillana y la selección del contenido. Ojalá que no necesite de tan frágiles cualidades para los ya de por sí frágiles y caprichosos lectores como los que por aquí andamos.

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