Maragall: 'Los inmigrantes han de aceptar que llegan a un Estado aconfesional y con igualdad de sexos'
La otra cara de la política de 'integración intensiva' de los inmigrantes extranjeros que Pasqual Maragall propone es que éstos 'deben aceptar el cuadro de valores' de la sociedad que les acoge. Y en especial, señaló, la 'aconfesionalidad del Estado y la igualdad del hombre y la mujer' a todos los efectos sociales y legales. Esto debe ir acompañado, además, precisó, de una actitud en la que quede bien claro que en un Estado aconfesional 'no se permite el desprecio de la religión, tampoco de la católica, que es la mayoritaria'.
Maragall sostuvo de entrada en su conferencia que a su juicio los valores de la igualdad, la cohesión y la convivencia que hay que preservar son perfectamente compatibles con la existencia de población inmigrada. Lo cierto es, admitió, que se carga sobre las capas de población que disponen de menos recursos de todo tipo la labor de integrar a los inmigrantes. Pero no son los últimos en llegar quienes tienen capacidad para acabar con los valores de una sociedad, afirmó.
La cohesión social es un bien muy delicado, advirtió, y por esta razón calificó de 'irresponsable y mezquino' que personas y grupos con responsabilidades públicas, o con un elevado grado de influencia social y mediática, 'arrojen gasolina al fuego' de las dificultades sociales existentes en algunos puntos del país donde se concentran inmigrantes extranjeros. Y les censuró que hagan 'cálculos inconfesables' sobre la posible rentabilidad electoral de 'apelar irracionalmente a los miedos y los sentimientos más primarios' de la población que se halla en situación más débil o desinformada.
Esta fue la única alusión a las polémicas desatadas por las declaraciones de Marta Ferrusola -esposa del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol- y del ex presidente del Parlament y ex líder de Esquerra Republicana Heribert Barrera.
El tono fue, sin embargo, de modestia y responsabilidad política. Maragall sostuvo que la inmigración es un asunto que debe dejarse al margen de la lucha electoral y partidista y apeló a que se actúe por consenso. Si se hace lo que propone, afirmó, los barrios populares 'se convertirán en máquinas de integrar', y se conseguirá que el multiculturalismo sea esa cosa maravillosa que puede ser. Y no, advirtió, esa cosa 'terrible' que puede ser si fracasa.
Todo esto contando, precisó también Maragall, con que la capacidad de integración del país no es ilimitada y que por tanto debe haber un acertado control de los flujos inmigratorios.
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