Franco sube al escenario de la sala Villarroel en 'Última batalla en el Pardo'
La obra, interpretada por Pep Sais y Fernando Guillén, se estrena hoy
El espectáculo ha sido dirigido por Enrique Belloch, y suyo es también el mérito de que la cartelera barcelonesa vuelva a estrenar una pieza del autor tras 23 años sin representarlo. Reconocido hombre de izquierdas, Rodríguez Méndez advierte de que su obra no es un ajuste de cuentas, sino que, construida a partir de documentos históricos y testimonios directos, intenta aproximarse objetivamente a la personalidad del dictador y también a la de Segismundo Casado, el general republicano que, en calidad de portavoz, entregó Madrid a las fuerzas franquistas. Su labor de investigación le permitió descubrir aspectos ocultos sobre Franco, entre los que señala su escaso amor hacia las fuerzas internacionales, los curas, los falangistas y el general Perón. 'No he querido culpar a nadie, he procurado, dentro de la objetividad, una comprensión de las miserias y flaquezas humanas', afirma el dramaturgo. Y lo ha hecho, subraya, sin maniqueísmos ni demagogia y con mucho sentido del humor.
Última batalla en el Pardo transcurre en un plazo de 20 años y se estructura en seis diálogos entre Franco y Casado, y un monólogo del dictador. En estas conversaciones, los dos personajes confrontan sus ideas políticas y su sentido del Estado. Franco se muestra como un hombre mucho más preocupado por las cuestiones militares que por las políticas, que conduce sus conversaciones con el general vencido hacia un tema recurrente, el de la guerra civil, en una rememoración nostálgica de la campaña. Su intención última es, con el poder en la mano, conseguir que su contrincante le conceda también la razón. Pero aunque a lo largo de sus encuentros se va produciendo un acercamiento entre ambos, en una clara relación de amor-odio, el general vencido no le permite esta última victoria.
Sais, meticulosamente caracterizado en su personaje de Franco, asegura haber huido de la imitación para recrear al dictador. 'Según todos, era muy introvertido, hablaba poco y era difícil saber lo que pensaba. Yo hablo por los codos', ilustra el actor. Sin embargo, reconoce que es 'muy fiel a su personalidad, a lo que los historiadores cuentan de él', especialmente por el hecho de ser más un estratega que un político. 'Tenía claro que era un visionario, estaba muy seguro de sí mismo, pero con la cercanía de la muerte se convirtió en una persona más humana'. Guillén habla con entusiasmo de su personaje, al que define como 'hermosísimo, lleno de contradicciones, víctima del caos de las fuerzas republicanas en la guerra civil'.
Guillén advierte a los espectadores de que no van a encontrarse con un Franco grotesco ni con un republicano tratado como un héroe. Sin embargo, asegura que es una obra muy reveladora 'para la gente que no ha conocido a Franco'. 'La obra permite recuperar nuestra memoria histórica a través de un texto muy lúdico y divertido', añade.
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