Música española y gran repertorio
Por dos veces en un solo día la Comunidad de Madrid estuvo presente en el Auditorio a través de dos conciertos a cargo de otras tantas orquestas madrileñas: la Sinfónica de Madrid y la de la Comunidad. Al frente de la primera, un joven maestro madrileño, Pedro Halffter Caro (1971), y como titular de la segunda, otro madrileño de la generación anterior, José Ramón Encinar (1954). Hubo público para ambas manifestaciones y respuesta absolutamente positiva y, en algunos casos, muy entusiasta.
Halffter compuso su programa con una sinfonía de gran repertorio, como es la Cuarta, en fa menor, de Chaikovski, y dos autores del siglo XX, Alban Berg y Roberto Gerhard. A la altura de hoy no pueden extrañar composiciones juveniles y magistrales del discípulo de Schönberg que valen por su intrínseca belleza y su anticipado magisterio dentro, todavía, de la gran resaca romántica. Las cantó con gran estilo y sensibilidad muy acusada la soprano Amanda Roocroff, de medios vocales verdaderamente atractivos y a tono con ella se produjo Halffter Caro al resaltar la magnífica y diversificada instrumentación de estos Siete lieder juveniles. Antes, volvimos a escuchar la tan poco programada Pedrelliana, de Gerhard. La versión de Halffter y la Sinfónica resultó viva y bien coloreada pero el punto alto del éxito, como es lógico, fue su visión de la Cuarta de Chaikovski, bien analizada y brillante, sobre todo en sus partes más valiosas, tal el gran movimiento inicial. Hubo prolongadas ovaciones.
Ciclos de la Comunidad de Madrid
Orquesta Sinfónica. Director: P. Halffter Caro. Orquesta de la Comunidad. Director: J. R. Encinar. Obras de Gerhard, Bernaola, Berg, Chaikovski y Dvorak. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de marzo.
Tuvimos también música española en el concierto nocturno del Auditorio, junto a otro símbolo del repertorio como es la Novena de Dvorak. Se trató del Rondó (1992) y Clamores y secuencias (1993), de Carmelo Bernaola. Precedió a una de las más hermosas invenciones del compositor vasco, Clamores y secuencias, para violonchelo y orquesta, protagonizada esplendorosamente por el extraordinario concertista y hondo músico Asier Polo. El campaneo de difuntos (los 'clamores') y la secuencia en estilo de canto llano constituyen la base temática de una partitura en la que la emoción alienta, el virtuosismo del solista se enseñorea y los contrastes y perspectivas sonoras juegan papel decisivo. No sólo Asier Polo, sino también Encinar y la formación comunitaria respondieron con calidades de excelencia y potencia comunicativa. El éxito alcanzó al autor presente y muy aplaudido.
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