Dos obreros muertos y uno herido al desplomarse el edificio que apuntalaban
Dos obreros de la construcción murieron ayer aplastados por los escombros y un tercero resultó herido al desmoronarse parte de un edificio de cuatro plantas en el distrito Centro de Madrid. El incidente ocurrió a las dos de la tarde, en el número tres de la calle del Factor, a un paso de la calle Mayor. Seis de los siete obreros, que pertenecen a la empresa Obras y Construcciones Grajo, SL, se encontraban en la primera planta apuntalando el inmueble cuando parte de la estructura de éste se vino abajo de repente. El herido es padre de uno de los obreros fallecidos.
Javier Martín, de 22 años, uno de los obreros que pudo escapar, sintió 'cómo una pared se desmoronaba y cómo el suelo se hundía'. Él y otros dos compañeros (Ángel Vinicio, de 23 años, y Luis, de 44) alcanzaron la escalera interior del edificio, que milagrosamente se mantuvo en pie. El trabajador que se encontraba en la cuarta planta también resultó ileso, aunque durante unos minutos quedó colgado de un alero.
Peor suerte corrieron los otros tres trabajadores que estaban en la primera planta y que no tuvieron tiempo de ganar la escalera: Ángel Pérez, de 53 años, fue rescatado con vida por los bomberos tras pasar dos horas sepultado entre cascotes; pero su hijo, Mario Pérez, de 22 años, y Abdelkáder K., de 21, de nacionalidad marroquí, murieron aplastados por los escombros.
No hacía ni una semana que otro edificio se había derrumbado en Madrid. El miércoles, un inmueble de cuatro plantas del barrio de Argüelles se desmoronó matando a un mendigo que pedía en la calle e hiriendo gravemente a un fontanero que trabajaba en la planta baja. En este caso, se llevaban a cabo unas obras en la planta baja que, según los técnicos del Ayuntamiento de Madrid, fueron las causantes del desplome.
A la calle del Factor se desplazaron rápidamente los bomberos, miembros del Samur y de Protección Civil. Los cuatro obreros que habían resultado ilesos informaron a la policía de que tres de sus compañeros se encontraban entre los escombros. Empezó la búsqueda piedra a piedra. Los perros adiestrados para encontrar personas entre los escombros marcaron dos puntos en el montón de cascotes.
'De milagro'
Mientras tanto, los obreros que habían salvado la vida 'de milagro', según explicaban, se tranquilizaban en un bar cercano. Tenían los ojos vidriosos, como si se fueran a echar a llorar en cualquier momento, y no acertaban a explicar muy bien lo ocurrido: 'Yo ni oí el crujido, simplemente vi que una pared se derrumbaba y salí a la escalera. Luego no vi nada porque se formó una gran polvareda. Tras esto intentamos salir por una ventana, pero vimos que era imposible. Los otros tres se quedaron dentro porque estaban lejos de la puerta que daba a la escalera', comentaba Javier Martín.
La fachada del edifico no sufrió daños. Tampoco la parte posterior. El inmueble se vino abajo por dentro, desmoronándose por la parte central, eso sí, por entero: desde la cubierta a la planta baja. A las tres de la tarde, los bomberos ya sabían que Ángel Pérez se encontraba con vida. Pero no se sabía nada ni de su hijo Mario ni de Abdelkáder K. Una hora después salió del edifico en una camilla, con la cara ensangrentada y una máscara de oxígeno en la boca. Su esposa, Emilia, y dos de sus hermanas, María Rosa y Ana, aguardaban el desenlace. Ana se había enterado de todo viendo la televisión y tuvo que ser un periodista el que le informara de que su sobrino Mario se encontraba debajo de los cascotes.
Media hora después de que apareciera Ángel, los bomberos encontraron el cadáver de su hijo Mario. Hacia las seis de la tarde aparecía el cuerpo sin vida de Abdelkáder K.
El derrumbe se produjo al ceder parte de los forjados de las cinco plantas entre dos muros de carga, desplomándose unos 80 metros cuadrados de cada planta, según explicó tras la labores de rescate el jefe de los bomberos, Juan Redondo. Los obreros atrapados bajo los escombres llevaban trabajando en el edificio desde el 12 de febrero. Las obras, oficialmente, se realizaban en cumplimiento de un decreto de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que ordenaba a la propietaria del inmueble que asegurase la estructura del mismo. La dueña, María Cencillo, señaló que sentía mucho lo sucedido. 'La finca no estaba para caerse y estábamos haciendo todo de acuerdo con el Ayuntamiento', afirmó.
Matilde Fernández, portavoz del PSOE, reveló que en 1996 se presentó una solicitud en Urbanismo para reconvertir el edificio, construido en 1890 y rehabilitado en 1940, en pequeños apartamentos. 'Con frecuencia, con la excusa de una orden de seguridad, se vacía el edificio sin licencia'. Desde IU se exigió al Ayuntamiento que inicie de forma inmediata un plan de inspección de obras.
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