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Crónica:25ª jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Real disfruta con la apatía del Rayo Vallecano

El equipo más arrugado y timorato que ha visitado Anoeta en las últimas semanas concedió ayer a la Real la buena noticia que tanto reclamaba. El Rayo no estuvo y su actuación quedó retratada en la jugada del segundo gol que encajó el equipo madrileño: cuatro defensas en las inmediaciones del área pequeña no impidieron un pase cantado de Koklov a De Paula. El Rayo regaló el resultado a la Real, a la que obsequió además con paladas de pasividad y un entreguismo flagrante, casi rayano con la apatía o con el desprecio del rival.

A la hora de jugar en Anoeta, el calentamiento previo al encuentro suele resultar determinante para el visitante, sobre todo si éste no quiere verse confinado en su campo, testigo apocado de las embestidas de la Real. Nadie puede negar la actitud de un equipo con la soga al cuello, la Real, que propone, a falta de grandes ideas, músculo y buenas intenciones. El Rayo, que amaneció frío y un tanto despistado, asistió durante el primer tiempo a las idas y venidas de los donostiarras sin concederles más crédito que su carácter de locales.

Cierto es que los de Toshack querían jugar, asustar al rival y traducir su ímpetu en goles, pero, como casi siempre, las intenciones no viajaban en sintonía con las habilidades propuestas. Con todo, el Rayo tuvo tiempo para fijarse en la serenidad de Xabi Alonso a la hora de distribuir balones, o en la insistencia ilusionada de Llorente, varias veces a punto de cazar remates definitivos. Cualquier equipo más nervioso hubiera apretado el paso para derrumbar en un visto y no visto el desfile marcial de los donostiarras, pero el Rayo quiso dejarlo para el segundo tiempo y se encontró con un gol justo a la hora de retirarse a la caseta.

La reanudación confirmó la anemia del Rayo, ajeno a todo lo que no fuera trotar y, en el mejor de los casos, amagar con una leve presión. La Real seguía sacudida por una descarga de optimismo y verticalidad bien dirigida por Xabi Alonso, que siempre intentó abrir el campo buscando la velocidad de Rekarte por la derecha, o la habilidad de Llorente. La Real venía reclamando un mínimo de criterio y lo ha encontrado en un estudiante de 19 años, repescado del Éibar -como Llorente- por orden de Toshack. Su fichaje más atinado.

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