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El fin del instituto abierto a todos los solicitantes

La llegada en bloque en 1965 al Reino Unido de las comprehensive schools, los institutos públicos de segunda enseñanza abiertos a todos los alumnos y patrocinados por el entonces Gobierno laborista de Harold Wilson, fue presentada como una revolución educativa necesaria y oportuna. Sus partidarios eran tantos y tan ruidosos que buena parte de las grammar schools, sus equivalentes selectivos y a veces de pago o bien religiosos, fue cerrando sin hacer demasiado ruido. Para cuando el conservador Edward Heath se convirtió en primer ministro en 1970, el empuje de las comprehensives era tal, que hasta la ministra tory de Educación, una Margaret Thatcher en los albores de su carrera política, tuvo que crear los institutos públicos.

La llegada de unos centros que pregonaban la igualdad de oportunidades académica era la plasmación lógica del ideario laborista. El sistema educativo británico había primado hasta entonces a las clases medias que podían ayudar a sus hijos, tanto en sus estudios como en los gastos, a acceder a una buena escuela. Con raras excepciones, los hijos de trabajadores o familias iletradas eran arrinconados en centros con problemas para cubrir las plazas docentes, demasiados alumnos por clase y con unos edificios a veces en mal estado de conservación. En teoría, las comprehensives iban a cambiar las cosas. Los niños ya no serían separados a partir de los 11 años, fecha del examen que cerraba la primaria, en función de sus notas o billetero y recibirían una educación igualitaria que facilitaría la búsqueda de un buen empleo.

La decisión de los padres

Cuando Margaret Thatcher ganó las elecciones en 1979 (los laboristas derrotaron a Heath en 1974), las grammar schools siguieron cerrando, pero la primera ministra las salvó de la extinción al permitir su presencia junto a los institutos públicos. En 1992, los conservadores fueron aún más lejos al autorizar la selección de un 10% de sus inscritos a las comprehensives. A su regreso al poder en 1997, los laboristas de Tony Blair contaron sólo 163 grammar schools todavía en pie. Deseoso de ganarse a los votantes de clase media, el nuevo laborismo decidió dejar su futuro en manos de los padres del alumnado. Las autoridades locales tenían así permiso para organizar unas votaciones en las que la comunidad del distrito educativo en cuestión podría sancionar el cierre o la continuidad del instituto selectivo. De momento sólo se ha efectuado un sufragio de este tipo, saldado con una mayoría de dos a uno a favor de mantener el centro con su ideario original, es decir, la elección de sus aspirantes según sus notas.

Los planes más recientes de David Blunkett, actual ministro de Educación, incluyen ofrecer a los alumnos de 13 años cursos vocacionales -la FP de España- siempre que mantengan las asignaturas de inglés, matemáticas y ciencias hasta el final de la secundaria obligatoria, a los 16 años.

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