El Celta y el Rayo rivalizan en apatía en Balaídos

Enfrascados en la Copa de la UEFA, el Celta y el Rayo despacharon con apatía un choque al que rebajaron a la condición de intrascendente. Sobre todo, el equipo madrileño, que puso poco y se llevó demasiado con haber llegado una sola vez al área contraria. El cuadro de Víctor Fernández malgastó sus oportunidades y acabó reservando sus mejores piezas para recibir al Stuttgart.

Como si la Liga fuese una tregua en el torneo europeo, que célticos y vallecanos parecen haberse tomado muy en serio, el encuentro transcurrió con cierto aire de pachanga. No hubo grandes marcajes ni obsesiones defensivas, sino jugadas sueltas y largas, normalmente poco peligrosas y que murieron lejos de las porterías. Se lo tomó con más filosofía el Rayo, que asumió un papel menor y se conformó con sujetar al Celta muy cerca de su área.

De ese aire horizontal sólo se desprendió el choque en las jugadas a balón parado, un potro de tortura al que el conjunto de Balaídos no consigue poner remedio. Subieron Urbano y Ballesteros en un golpe franco intrascendente y, sin que nadie lo remediara, el primero se elevó para dejar la pelota muerta al segundo, que la sacudió llegando desde atrás.

Como no estaba el Celta para grandes empresas, su suerte consistió en que sólo tardó cuatro minutos en igualar el marcador. Lo prodigioso no fue la rapidez con que empató, sino que su gol llegase también en un golpe franco, aunque deberá agradecérselo a Ballesteros, que se quedó clavado en el área mientras sus compañeros arrancaban para buscar el fuera de juego. Entre la abundancia de rematadores, acertó Juanfran a enganchar el balón de cabeza.

La segunda parte transcurrió con un abusivo manoseo del balón por parte del Celta, sin mayor efecto porque vivieron los delanteros celestes una de esas tardes en las que nada les sale. Peor se pusieron las cosas cuando perdió a Gustavo López, un futbolista en el que últimamente Mostovoi ha encontrado a su mejor socio. Después, Víctor Fernández sentó al ruso para dar otra oportunidad a McCarthy, quien la derrochó una vez más. Esta sustitución acabó de rebajar definitivamente el perfil del partido ante el regreso, el jueves, de la competición europea.