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Una exposición recuerda en San Sebastián la obra del desaparecido Carlos Sanz

Ekain Arte Lanak muestra sus pinturas, dibujos y 'collages'

Carlos Sanz, artista autodidacto, murió con 43 años y una trayectoria de tres décadas consagrada al arte. Comenzó a pintar cuando aún era niño, un pequeño inquieto que con 10 años conocía bien la historia de este país. La prueba puede encontrarse en la galería que ahora difunde su obra. La muestra -inaugurada el pasado viernes- exhibe al público dos pinturas que Sanz realizó con esa edad; su visión colorista sobre el 2 de Mayo en Madrid y la escena imaginada de una batalla de Napoleón. Junto a ellos, dos retratos del autor, los dos únicos que no llevan su nombre de toda la exposición: el que firmó la artista Marta Cárdenas y el de Vicente Ameztoy, que dibujó al artista subiendo una escalera.

La muestra abarca etapas de toda su trayectoria artística y reúne 30 óleos, siete collages y ocho dibujos del autor, que manifiestan su heterodoxia creativa. Porque Sanz se desenvolvió con soltura en distintas disciplinas; cualquiera le servía para para plasmar sus inquietudes. 'Sabe, Carlos era tuerto y se desquitó con el arte. No pudo jugar a fútbol en toda su vida, pero compensó todas esas cosas que le faltaban con la creación', dice su hermano Miguel, que ha comisariado la exposición junto al responsable de la galería, Juan Cruz Unzurrunzaga.

Por eso mismo tampoco se sentía cómodo al aire libre y trabajaba en casa, con luz artificial. 'Pasaba las horas muertas', recuerda, 'lo mismo pintando con un boli mientras descansaba en el sofá, que leyendo o escribiendo poesía'. Su amiga Marta Cárdenas lo resume así: 'Su vida y su pintura formaban un todo indisoluble y absolutamente consecuente'.

Carlos Sanz fue un pintor expresionista que situó conscientemente su obra en la frontera entre lo figurativo y lo abstracto. Dio sus primeros pasos dentro de los parámetros del realismo. 'Pero con el tiempo', dice su hermano Miguel, 'se dijo a sí mismo: ya hay maneras de retratar, y yo me voy a dedicar al abstracto que es lo que me gusta'. En la sala de Ekain Arte Lanak existen muestras de todo ello y de su juego con las dos formas de ver la pintura. En un óleo se adivina la figura de una persona atada por los pies y en otro lienzo se percibe tímidamente un hombre tumbado.

La exposición reivindica de nuevo la obra de Carlos Sanz dos años después de que el centro cultural Koldo Mitxelena mostrara al público la vertiente menos conocida del artista; los collages y fotocollages que comenzó a realizar en 1963. Y deja al descubierto algunas de sus reflexiones irónicas sobre la sexualidad, la Iglesia y la religión.

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