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Entrevista:José María Fidalgo | Secretario general de Comisiones Obreras

'No nos asusta la confrontación con el Gobierno'

El líder de CC OO afirma que las movilizaciones de los funcionarios para forzar al Gobierno a pagarles más de 600.000 millones de pesetas, reconocidos por la Audiencia Nacional, pueden desembocar en una confrontación abierta. Fidalgo asume el reto y expresa también su temor a que una huelga general pueda extenderse a otros sectores si el Ejecutivo no cambia de actitud. Y afirma, claramente, que nunca se opondrá a una futura fusión con UGT.

Pregunta. Al final no se libra de un frente a frente con el Gobierno. Algo con lo que contaba un convencido 'pactista' como es usted, señor Fidalgo.

'No me gusta amenazar, pero el Gobierno se lo tendrá que pensar antes de dar un paso en falso'

Respuesta. Pues... ¡Fíjese si no tengo razón para ser un pactista convencido! Creo que un sindicato vive de hacer acuerdos, y si no hay acuerdos no hay sindicatos. De hecho la situación crítica que tenemos ahora me da la razón como pactista, como usted me llama; porque convendrá conmigo que siempre es mejor un buen acuerdo que un mal pleito, ¿no? Yo creo que esto se lo podría aplicar el señor Rajoy, porque nosotros hemos ido a la vía judicial cuando no se respeta un acuerdo que hemos conseguido. Nosotros nunca hemos tenido ningún interés en judicializar la relación laboral. Pero tampoco contábamos con que este Gobierno fuera capaz de saltarse un acuerdo a la torera como ha hecho.

P. ¿Estaban ustedes, Comisiones Obreras, abocados a una confrontación 'a cara de perro' que me imagino que a usted le debe de inquietar especialmente?

R. Mire, el que hayamos conseguido acuerdos, mi sindicato y UGT, con el anterior Gobierno del PP, no significa más que eso. A mí, lo que ha pasado no me sorprende, pero me preocupa. En cualquier caso, yo no le doy un crédito a este Gobierno por haber suscrito con él los acuerdos que suscribimos. Es el Gobierno el que tiene que darse el crédito a sí mismo demostrando que es dialogante.

P. 'Las cosas también se pueden conseguir con la confrontación'. Ésta es una frase suya, señor Fidalgo. Pero me pregunto si está usted muy seguro de eso en este caso.

R. Lo que sí sé es que nosotros preferimos los acuerdos, pero que, evidentemente, si el Gobierno recurre en lugar del acuerdo a la imposición, y lesiona derechos y produce retrocesos en las condiciones de trabajo, nosotros recurriremos a confrontarnos para evitar esos retrocesos. El Gobierno tiene que tener muy en cuenta que a nosotros la confrontación no nos asusta, que es al Gobierno al que le debería asustar conducir todo este carro a un atolladero. Primero porque la situación económica no parece que vaya a ir demasiado bien, y segundo porque el Gobierno tiene delante una serie de conflictos y no le debería interesar, precisamente ahora, abrir un nuevo frente de confrontación social.

P. La verdad es que no parece que el Gobierno esté muy impresionado por sus amenazas.

R. No sé si estarán muy impresionados, pero la verdad es que han reaccionado muy mal, sobre todo negándose a sentarse a negociar un acuerdo después de conocer la sentencia. Aunque lo más sorprendente es su afirmación de que no la cumplirá si el resultado del recurso no les da la razón. Porque nosotros sí que estaremos a la espera de lo que diga otro tribunal. ¡Pero que el Gobierno ordene a sus diputados en el Parlamento votar un desacato a una sentencia, votando en contra de una ampliación de un crédito para pagar a los funcionarios! Bueno, a mí este tipo de afirmaciones me hacen sospechar de la escasa sensibilidad democrática de la gente que ha dicho semejante cosa. Y, mire, aquí lo grave no es que el Gobierno del PP esté o no dispuesto a resistir un frente de movilizaciones sociales, sino que atente de tal manera contra el sentido común. En cualquier caso, el Gobierno está alimentando un conflicto, virulento y duradero, de graves consecuencias.

P. ¿Está usted amenazando con que los funcionarios puedan llevar a cabo una práctica de obstruccionismo contra el Gobierno?

R. Confío en la responsabilidad de los funcionarios, a pesar de lo que se dice de ellos que es tan injusto y tan desafortunado. Confío en que los funcionarios superen con su profesionalidad este cabreo, esta frustración a la que les ha llevado el Gobierno porque, además, si entrasen en esa actitud de resistencia pasiva yo creo que acabarían enfrentándose con los ciudadanos. Lo que hay que hacer es apoyarles y obligar al Gobierno a que cumpla los acuerdos.

P. No sé si ustedes los sindicatos están radicalizando su estrategia o... ¿piensa usted que es el Gobierno el que está mostrando ahora su verdadero rostro?

R. Bueno, esto último nos lo dice mucha gente. Nosotros en la anterior legislatura suscribimos acuerdos con el Gobierno que dieron sus frutos. Y ahora estamos en la misma disposición y nos hemos sentado a hablar en unas mesas que deberían culminar sus trabajos a finales de febrero. Pero la verdad es que, a día de hoy, no tengo ninguna certeza de que vaya a haber acuerdos... Sí es verdad que el Gobierno de la anterior legislatura estaba bastante más interesado en intervenir a favor del diálogo social que lo está ahora, que tiene mayoría absoluta. Está claro que el Gobierno anterior necesitaba un halo de legitimación social que ahora no necesita... Yo creo que esto es un Gobierno de derechas. Y, bueno, aunque a mí las mayorías absolutas nunca me han molestado, creo que, al final, esas mayorías absolutas son siempre una tentación. Y, además, si el Gobierno que gobierna con mayoría absoluta es un Gobierno de la derecha y tiene fuertes anclajes en el mundo de las finanzas, determinadas hipotecas, es muy fácil que, si le tiran mucho de la chaqueta, acabe por favorecer a sus amigos. Aunque sea desgastándose.

P. Se me ocurre que quizás tenga usted una buena ocasión de quitarse de encima el sambenito que le han colgado de que es usted el mas derechista en la dirección de Comisiones Obreras, ¿no?

R. ¿Derechista yo? Yo... ¡Difícilmente sea yo la persona situada más a la derecha en CC OO, porque le aseguro que no me hubieran elegido secretario general! Soy una persona que está convencida de que sindicato y acuerdo casi siempre son palabras que se relacionan. A mí me ha tocado tratar con gobiernos de derechas y de izquierdas y lo que le puedo asegurar es que yo siempre, por encima de mis simpatías ideológicas, he intentado representar las reivindicaciones que yo llevaba y conseguirlas. Siempre he pensado que mi ideología y mis valores están en la izquierda. Yo no soy una persona próxima al PP, nunca he votado a la derecha ni creo que nunca la vaya a votar. ¿De verdad le cabe a usted alguna duda al respecto?

P. A mí no, pero es cierto que tiene usted ahora una buena ocasión para sacar pecho frente al Gobierno del PP.

R. Mire, nosotros aún no estamos para sacar pecho, sino para sacar cosas. Los sindicatos de clase hemos tenido que sacar pecho muchas veces pero... ¡Ojalá no tengamos que volver a hacerlo! Pero si este Gobierno desprecia las ofertas que le hemos hecho, en el ámbito del diálogo social, y decide legislar unilateralmente y provocar una desregulación de derechos que nos tememos, no se preocupe que nos verá sacar pecho. A mí no me gusta amenazar ni hacer augurios, pero somos el primer sindicato de este país, representamos, junto a UGT, al 80% de los asalariados de este país. Y, bueno, el Gobierno y el empresariado de este país se lo tendrán que pensar antes de dar un paso en falso. Los sindicatos tenemos una gran capacidad de negociación, pero también tenemos una gran capacidad de movilización.

P. Usted ha anunciado un conflicto virulento y duradero, una huelga general, incluso en los servicios públicos. Me pregunto si ha calculado sus fuerzas, si no ha valorado el riesgo de que poner este país patas arriba no les va a enajenar la incomprensión de los ciudadanos.

R. Es cuestión de ir viendo el seguimiento de las movilizaciones en los próximos meses. Pero le puedo asegurar que los empresarios públicos están defraudados porque saben que el Gobierno les debe 600.000 millones de pesetas y no está dispuesto a pagar. Creo que siempre será mejor canalizar sindicalmente el acuerdo que no que la frustración genere situaciones no controladas de desafección y responsabilidad en el trabajo. Las movilizaciones se hacen para lograr un acuerdo con el Gobierno, pero es que es el Gobierno el que no reacciona. Yo, personalmente, espero no tener que ver una huelga general en la función pública, y mucho menos que esta huelga general se extendiera a otros ámbitos de empleo, de seguridad social, si es que el Gobierno está pensando en imponer una reforma laboral inasumible. Cuando usted sugiere que somos pactistas y blandos yo le respondo que somos serios y responsables. Pero también le aseguro que nos estamos cargando de razón. Hasta febrero. Entonces anunciaremos a la sociedad que el Gobierno ha ignorado nuestras ofertas y, lamentablemente, estaremos anunciando otras cosas. En cuanto a los ciudadanos, creo que en su conjunto son los que mejor perciben la necesidad que tiene este país de dignificar el empleo público.

P. Pero reconozca que el Gobierno puede prender con facilidad una imagen negativa de los empleados públicos en el ciudadano.

R. ¡Es que eso sería suicidio! Porque los funcionarios públicos, le gusten o no al Gobierno, son sus manos para gestionar una política importantísima que es la política de servicios públicos. Y el Gobierno podrá prescindir de cualquier cosa pero no de sus manos.

P. Hay quien piensa que ustedes han contribuido a legitimar la política laboral de este Gobierno situando la prioridad de los objetivos sindicales en la eventualidad... ¿Es que el PP ya ha acabado con el paro?

R. ¡Nosotros estamos por el pleno empleo! Pero creemos que en un país con el nivel de desempleo que hay en España la creación de empleo no depende de las reformas laborales, depende del ciclo económico, pero tenemos muy en cuenta, sin embargo, que en nuestro país existe dentro del mercado de trabajo una lacra que es la temporalidad. Porque no es admisible que esa temporalidad sea en Europa de un 9% y en España alcance un 30%. Pero no hay contradicción entre ambas estrategias.

P. La verdad es que da la impresión de que ustedes, los sindicatos, se hayan acomodado a convivir con lo que denuncian... ¿no?

R. Nadie que conozca el discurso sindical puede decir eso. Nosotros hemos conseguido, gracias a la reforma laboral, reducir la temporalidad. En cualquier caso, le tengo que recordar que las empresas de trabajo temporal (ETT) fueron un ingrediente de la reforma laboral del PSOE que nosotros rechazamos con una huelga general. Y, sin embargo, con el PP hemos conseguido una pequeña reforma legal que ha mejorado la regulación de las ETT. Pero no le oculto que aquí ha habido determinadas regulaciones laborales, de otras etapas, que han hecho mucho daño y a las que intentamos dar la vuelta.

P. ¿También conseguirá darle la vuelta al abaratamiento del despido que se les viene encima, o preferiría seguir siendo pactista?

R. Nosotros hemos planteado, frente a esa pretensión, un acuerdo, es verdad. Pero si no se cumplen nuestras condiciones, no habrá acuerdo, se lo aseguro.

P. Eso le alejaría del sindicalismo moderno y pragmático de servicios que prefiere lograr algo a verse abocado a una confrontación de inciertos resultados, ¿no?

R. Mire, yo estuve en cuatro huelgas generales, durante los gobiernos del PSOE, por una política de desregularización laboral que, si se volviera a plantear de nuevo con el PP, nos volvería a llevar a la huelga general. No se trata de sindicalismo moderno ni antiguo, porque estamos en un mundo en el que los gobiernos, de distinto signo, no parecen muy proclives a legislaciones avanzadas... Creo que tanto CC OO como UGT hacemos un sindicalismo de servicios. Al menos yo tengo claro que al empresario se le ve como un enemigo, que tiene unos fines que no tiene que ver con el de los trabajadores. Aunque para mí un empresario tiene que ser, ante todo, un interlocutor, el conflicto entre el capital y el trabajo sigue tan vigente como hace 100 años.

P. Me gustaría que me explicara si, a estas alturas del sindicalismo, es posible percibir alguna diferencia entre CC OO y UGT...

R. Somos dos centrales sindicales de trayectorias y orígenes bien distintos. Pero también es cierto que llevamos ya 13 años yendo a las negociaciones, con el Gobierno y con la patronal, con el mismo documento, escrito en el mismo folio y con las dos siglas en el mismo membrete del folio... Yo diría que, a día de hoy, somos dos sindicatos que compartimos mucho más que las cosas en las que nos diferenciamos. Pienso que la unidad de acción entre Comisiones Obreras y UGT es irreversible, como también es cierto que todos los sindicatos de la izquierda en Europa cada vez son más parecidos...

P. Entonces... ¿por qué no un solo sindicato en lugar de dos?

R. Pues porque todavía los afiliados no lo han decidido. Pero el día en el que lo decidan yo estoy convencido de que la operación no será muy costosa. Desde luego le aseguro que yo nunca me opondré a que en este país se produzca la creación de una sola gran central sindical. ¿Cómo me voy a oponer a eso? Yo creo que hace mucho tiempo que hemos iniciado el camino de la unidad.

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