El 'All Stars' celebra sus bodas de oro en medio de una depresión

El All Stars, el partido de las estrellas de la NBA, cumple hoy medio siglo. Debería ser una gran fiesta. Pero, cuando los equipos del Este y el Oeste salten a la cancha de los Wizards de Washington, sede del encuentro, los ánimos estarán muy lejos de la alegría de otros años. La NBA se halla en plena transición, con una audiencia que no deja de bajar desde que Michael Jordan se retiró hace tres años, y a la espera de que surja una nueva generación de jugadores extraordinarios.

Nadie como el propio Michael Jordan para simbolizar el momento. Jordan es copropietario y director ejecutivo de los Wizards y, por tanto, anfitrión del encuentro. Experimenta el efecto Jordan, dice el lema del equipo de la capital norteamericana para esta temporada. Los Wizards, sin embargo, se arrastran por la cola de la clasificación.

La única estrella real en el All Stars número 50 es Kobe Bryant. El arrogante joven fenómeno de los Lakers se exhibirá en solitario como líder del combinado, sin tener que soportar la presencia del lesionado Shaquille O'Neill, su compañero y, sin embargo, enemigo en el equipo de Los Ángeles. Ni Bryant ni O'Neill acudieron el viernes a la foto colectiva, quizá para no verse, y fueron multados con 10.000 dólares (casi dos millones de pesetas).

En el equipo del Oeste figurarán, además de Bryant, Kevin Garnett, Jason Kidd, Chris Webber y Tim Duncan, con el viejo Karl Malone, de 37 años, entre los suplentes. Parten como favoritos por la enorme superioridad esta temporada de los equipos del Oeste. La Liga atlántica presenta como titulares a Iverson, McGrady, Carter, Davis y Manson.

David Stern, el director de la NBA, cruza los dedos y espera un partido espectacular y unas cifras de audiencia dignas. Dentro de un mes, Stern y la NBC deben comenzar a negociar un nuevo contrato televisivo y la cadena no se siente generosa: los 1.750 millones de dólares por cuatro años del vigente han sido un mal negocio. La NBC, además, ha apostado fuerte por la nueva XFL, una mezcla de fútbol americano y espectáculo de lucha aderezado con cheerleaders de vestuario sucinto, y puede sentirse tentada de prescindir del baloncesto.