España, una máquina ofensiva
La selección de Argilés disputará hoy a la yugoslava el pase a las semifinales tras batir a la noruega
Una máquina ofensiva que atiende al nombre de España rompió ayer, en Toulouse, el balonmano recio de Noruega en un partido intenso, pero desigual. Bajo las eficaces consignas de César Argilés, la selección nacional exhibió tanta riqueza de ideas como frente a la alemana en la primera fase del Campeonato del Mundo y llega hoy (20.30, La 2) al choque de los cuartos de final contra Yugoslavia más fresca que nunca.
'Lo primero es la humildad y el trabajo. Cada partido es como una final. Si, además, todo nos sale bien, no hay lesionados y los árbitros están en el nivel exigible, podremos ir juntos al Caribe'. Lo dijo el martes Duishebáiev, el virtuoso director del conjunto español, en referencia al premio prometido por el nuevo patrocinador del equipo, Viajes Halcón, si se logra la medalla de oro.
ESPAÑA 28 | NORUEGA 23
España: Barrufet; Ugalde (4), Masip (5, dos de penalti), Duishebáiev (5), Garralda (5), Ortega (2), Xepkin (5), Entrerríos (1), Hernández (1). Excluidos: Xepkin (2) y Ugalde (2). Noruega: Ege; Penne (3), Lauritzen (5), Vildalen (1), Moldestad (1), Jensen (4), Ellingsen (1), Berge (7, tres p.), Hagen (1). Excluidos: Vildalen (tarj. roja) y Lauritzen. Árbitros: Liúdovik y Vákula (Ucrania). Octavos de final. Palacio de los Deportes de Toulouse: 4.000 espectadores (lleno).
Ayer hubo humildad, trabajo y acierto a raudales; sobre todo, en el ataque de la primera parte. Con el público volcado a favor de España desde que sonaron los himnos -unos 30.000 habitantes de los 400.000 de Toulouse son de origen hispano-, la variedad de jugadas que coordinaba Duishebáiev era demasiado grande para que los escandinavos pudieran anticiparse.
Podía ser un pase al pivote Xepkin, quien marcaba incluso con varios defensores colgados de sus 210 centímetros de humanidad; una incursión rápida de Ortega desde el extremo por la línea de los seis metros; una superioridad numérica en el flanco izquierdo, transformada por Ugalde, casi tan eficaz por ahora como el ausente Guijosa, lesionado; uno de los versátiles lanzamientos a media distancia de Masip, formidable en el juego entre líneas, o una de las múltiples genialidades del propio Duishebáiev, de quien se sabe que posee el balón, pero no por dónde lo va a sacar. A todo eso hay que añadir al portero Barrufet, no tan deslumbrante como otras veces, pero muy eficaz: paró cuatro penaltis.
Y un párrafo aparte para Garralda, cuya actuación había sido más bien gris en los partidos anteriores. El único lateral zurdo de la selección, tras la retirada de Urdangarín, volvió a estar sembrado, como durante el otoño, en la Liga Asobal, con el San Antonio de Pamplona. No sólo en sus clásicos zambombazos -es importante que la artillería funcione para que la defensa se adelante y deje huecos-, sino especialmente en los pases y el juego táctico. 'Continuidad' es una de las palabras que más repite Argilés y sus chicos le hicieron caso.
No es menos cierto que el seleccionador tuvo que dar algunos gritos para corregir fallos en la defensa, que, junto al contraataque, ha sido la baza más sólida de España durante los últimos cinco años. Pero hay motivo para otorgar el beneficio de la duda: no es fácil mentalizarse para defender a la perfección cuando el marcador es favorable por cinco goles durante la mayor parte del encuentro. La peligrosa Yugoslavia exigirá hoy mayores prestaciones.
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