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Crítica:FÚTBOL | FÚTBOL | FÚTBOL | 19ª jornada de Liga | 19ª jornada de Liga | 19ª jornada de Liga
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Justo reparto de la pobreza entre Osasuna y Real Sociedad

Osasuna y Real Sociedad interpretaron en El Sadar un partido perfectamente ajustado a sus limitadas posibilidades. Esfuerzo, mucho, y calidad, bastante menos. Al equipo de Miguel Ángel Lotina nadie le niega su tesón, su ardor guerrero, pero algunas veces le sale mejor que otras. Ayer no tuvo su día.

La Real Sociedad, por su parte, aporta también esfuerzo, y eso es lo que enseñó fundamentalmente en Pamplona. Se encontró con un gol de penalti y casi se lleva el partido. Aunque también hay que decirlo, pudo perderlo en los últimos minutos. El empate hace justicia a ambos conjuntos, tan necesitados de sumar algo más que empates como cuando saltaron sobre el césped.

Con el campo lleno por primera vez en la temporada, y una buena química entre las aficiones de uno y otro equipo, Osasuna comenzó el partido empujando. Fueron diez minutos. A partir de ahí, la Real Sociedad, que acertó a cortar las incursiones por las alas del equipo navarro, inició un leve y persistente mando en el centro del campo. Fue el momento en el que emergió con fuerza la figura alta y roqueña del lituano Jankauskas, que a la postre resultaría el gran protagonista del encuentro. Con su fortaleza física y su habilidad para defender el balón fue un auténtico peligro para la defensa navarra. Osasuna se había ido del partido por aquel entonces.

El partido se equilibró al final del primer tiempo, Osasuna gozó de un par de ocasiones bastantes claras, y el segundo tiempo, se inició con un recital de abulia. Como si nadie estuviera por la labor. El letargo duró diez minutos, hasta el momento en el que Ocio le hace a Jankauskas un penalti que transforma Idiakez. Y de la abulia se pasó a la guerra. Osasuna tocó el cornetín de atacar y, después de algún amago de guerrilla de verdad, se impuso el fútbol y apareció, un poquito todavía, el Pipa Gancedo. Un pase suyo propició la expulsión de Picabea y, a renglón seguido, Jankauskas, que ayer quería hacerlo todo, metió de rebote el gol de Osasuna en la portería de un temblón Asper. Armentano pudo ganar el encuentro en el último suspiro, pero se impuso la justicia.

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