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Reportaje:

La vuelta al mundo con 65 años

Una abogada jubilada granadina sale hoy a recorrer el globo con una mochila y un saco de dormir

Después de ejercer la abogacía durante 25 años, a Cándida García le ha quedado una exigua pensión de jubilación de 60.000 pesetas. Una mensualidad que a cualquier persona de su edad, 65 años, no le daría para grandes lujos. A ella, sin embargo, le bastará para hacer realidad el sueño de su vida: dar la vuelta al mundo. Lo hará, eso sí, con la austeridad de un atleta espartano y sin la ayuda del Imserso. Su único equipaje será una mochila de 10 kilos y un saco para dormir en los albergues.

Esta vallisoletana afincada desde hace cinco lustros en Carchuna, un anejo de la localidad granadina de Motril, se siente más joven y con más ganas de aventura que nunca. 'La gente me dice que para hacer este viaje debo ser muy rica y estar loca. Ni lo uno ni lo otro. No hay que tener dinero para hacerlo, sólo hay que querer hacerlo', explica Cándida, que aspira a servir de ejemplo a otros jubilados. 'La jubilación te permite vivir experiencias soñadas toda la vida que no puedes hacer realidad porque el trabajo te lo impide'.

Buenos Aires, México, Nueva York, Los Ángeles, Nueva Zelanda, Australia, Hong Kong, Pekín y Nueva Delhi. Ésta será exactamente su ruta aérea. Saldrá de Málaga hoy a las 17.00 y espera volver dentro de ocho meses. 'He comprado un billete de 37.000 millas de avión, que me permite viajar durante un año. Si me canso antes, vendré a ver a mi hijo y luego me iré otra vez'.

Cándida está divorciada y su único hijo la apoya en su aventura. 'Él sabe que es el sueño de mi vida'. Esta ilusión se fraguó cuando era muy joven. Sus padres eran propietarios de un cámping en San Sebastián y ella veía llegar a americanos y australianos con enormes caravanas. 'Yo alucinaba, porque tenían un año de vacaciones y lo dedicaban a recorrer el mundo. Fue entonces cuando me propuse que algún día yo también lo haría'.

El momento ya ha llegado. Cándida ha cerrado ya la única mochila que la acompañará durante su periplo. El equipaje, con el que siempre cargará, lo ha reducido al máximo: 'Unas botas, tres pares de calcetines, un impermeable, una mosquitera, una pequeña cámara de fotos, pastillas potabilizadoras de agua, medicinas, un sombrero y un bolígrafo de astronauta, de esos con tinta para temperaturas extremas'. Además, ya actuando en su sistema inmunológico, siete vacunas imprescindibles en los países que visitará.

Cada mes de su viaje calcula que le costará unas 100.000 pesetas. Para ahorrar, dormirá en albergues juveniles 'y para senior', vestirá las ropas típicas de cada país que visite y comerá donde lo hagan sus habitantes.

Cándida no tiene miedo a sufrir algún percance durante su viaje. 'No creo que me roben. No llevo joyas ni nunca me han gustado. Así que no creo que me vayan a hacer nada. Al contrario, cuando me vean sola, la gente me ayudará', explica convencida. 'Además, viajando sola no tendré que preocuparme nada más que de mí misma y de ver el paisaje'. Gracias a su buen estado físico y a su joven espíritu, tampoco teme a las caminatas ni a las largas jornadas en tren o autobús, medios de transporte que utilizará una vez que llegue en avión a cada país.

Por Europa no viajará, porque la conoce bastante bien. 'Los pocos días que tenía de descanso cuando ejercía la abogacía los dedicaba a viajar', aclara. La última de estas escapadas fue un capricho que recuerda como una de las experiencias más emocionantes de su vida. 'Cogí un avión a Austria sólo para ver los dos minutos que allí duraba el último eclipse total de sol. Todos los hoteles de Viena estaban llenos y una familia me acogió en su granja. Vi el eclipse tumbada en un prado verde y rodeada de vacas', comenta.

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