Baraja lidera un Valencia poderoso
Clara superioridad del conjunto de Cúper sobre el Málaga, con ventaja numérica al final
Tanto con 11 como con 10, el Valencia fue mucho mejor que el Málaga, que de ninguna manera pudo resquebrajar, ni siquiera con un hombre más, la solidez del grupo valencianista. El conjunto de Héctor Cúper acaba el año y el milenio con una figura muy compacta que ha recuperado el fútbol por momentos. No sólo gana, sino que ahora lo merece. Su aspiración a la Liga no es ninguna broma, sobre todo si Rubén Baraja mantiene su altísimo nivel de ayer. El vallisoletano movió el choque a su antojo el día en que Darío Silva se ganó la repulsa de Mestalla por su comportamiento antideportivo.Preocupado por su titularidad debe de andar a estas alturas Kily González, consciente ya de que su sustituto en estos momentos, Vicente, además de muy joven, 20 años, es un interior izquierdo de grandes condiciones: tiene físico y técnica suficiente para atreverse a menudo con el uno contra uno, así como para alcanzar la línea de fondo y centrar con notable toque. Lo que debe hacer un volante zurdo. Lo que hizo en el primer gol valencianista: llegó hasta la raya y desde allí envió un centro atrás que voleó de primeras, impecable, Carew, otro de 20 años.
VALENCIA 2MÁLAGA 0
Valencia: Cañizares; Angloma, Djukic, Ayala, Carboni; Mendieta (Pellegrino, m. 86), Baraja, Albelda, Vicente; Ilie (Sánchez, m. 47) (Angulo, m. 58) y Carew.Málaga: Contreras; Rojas (Zárate, m. 71), Bravo, Roteta, Valcarce; Rufete, Movilla (Edgar, m. 73), De los Santos, Agostinho (Canabal, m. 86); Dely Valdés y Darío Silva. Goles: 1-0. M. 41. Carboni envía en profundidad a Vicente, que llega a la línea de fondo. Su centro hacia atrás lo empalma de primeras Carew. 2-0. M. 73. Carboni saca rápido una falta para Baraja, que dispara colocado al palo largo y bate a Contreras. Árbitro: Andradas. Expulsó a Angloma (m. 67). Amonestó a De los Santos, Vicente y Darío Silva. Unos 45.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
Parece que el Valencia está sabiendo rejuvenecer el equipo. Sobre todo, Cúper, que ya el año pasado convirtió al tierno Gerard en un consagrado mediocampista. Por el mismo camino va con Vicente, al tiempo que ha sabido pulir al bruto Carew, cada vez más habilidoso. El delantero noruego ha pasado de atropellar defensas a salvarlos con vaselinas o sutiles toques, de volea y de primeras, como en el primer gol local.
De esa manera, el grupo de Cúper concretó su jerarquía sobre un Málaga tan generoso como se preveía. Tan a favor del espectáculo que dejó jugar y jugó, aunque siempre por debajo del poderoso Valencia. Sólo el bullicioso Rufete contrarrestó como pudo la superioridad valencianista en el centro del campo, una de las líneas más fuertes del campeonato: Albelda, Baraja, Mendieta y Vicente. El conjunto de Joaquín Peiró, eso sí, nunca perdió de vista a Cañizares, y tanto Darío Silva como Dely Valdés estuvieron al acecho.
En un ejercicio de manierismo, el Valencia entró pacientemente hasta el mismo regazo de Contreras. Al cuadro de Cúper, sin embargo, le cuesta en exceso el gol. Sobre todo, mientras tiene a su máximo anotador, Juan Sánchez, con siete tantos, en el banquillo. Ilie fue la solución y el problema en la primera parte. O sea, el rumano se retrasa a la media punta, se abre perfectamente a las bandas, desde donde aumenta considerablemente la creatividad del Valencia. Ahora bien, falla goles cantados al no tratarse de un goleador nato.
Lo es Sánchez, que apareció nada más comenzar la segunda parte con la mala fortuna de lesionarse a los pocos minutos. Mucho peor para el Valencia resultó la teatralidad de Silva, que se lanzó al suelo como si le hubiesen matado cuando, en realidad, Angloma le dio un leve manotazo. Previamente, Silva había golpeado al lateral francés y entonces a Angloma quizá le traicionó la memoria y repelió la agresión. La memoria, sí, porque el mismo Silva fue quien el pasado año dio una tremenda patada en la cara a Björklund, de la que el defensa sueco estuvo varios meses recuperándose.
El partido se convirtió en ese instante en un duelo emocional. Peiró dio entrada a Zárate y Edgar para empatar, pero, al abrirse, el Málaga obtuvo lo contrario de lo que buscaba: la puntilla de Baraja, que aprovechó el despiste de la defensa andaluza cuando formaba la barrera para protegerse en una falta. Baraja definió con clase: colocó el balón al palo al que no llegaba Contreras. El Málaga apenas manifestó su superioridad numérica.
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