Couder, el gran y llorado ausente
"Todos le recordamos". A Lis Arilla se le nublan los ojos cuando habla de Juan Manuel Couder; "le eché en falta esta semana, en el homenaje a los legendarios, porque era también su homenaje". Couder falleció en Madrid en mayo del año pasado después de una larga enfermedad que acabó por paralizarle las piernas y privarle de lo que él siempre más había querido: practicar deporte.Fue un gran deportista, hijo y padre de tenistas; un hombre que nació con una raqueta y que no la dejó hasta que ya no podía sostenerla. "Técnicamente, era limitado", explica Manuel Orantes, que prácticamente le sustituyó en el equipo de la Copa Davis; "pero supo aprovechar sus condiciones. Ganó algunos partidos épicos y era un buen jugador"
"No sólo eso", agrega Arilla con cierto entusiasmo; "era el hombre al que nadie quería enfrentarse. Cuando los grandes tenistas australianos del momento, Neale Fraser, Roy Emerson o Ken Rosewall, llegaban a un torneo, lo primero que hacían era mirar el cuadro para comprobar que Couder no iba por su lado. Para todos nosotros fue un ejemplo de honestidad, comportamiento y capacidad de concentración. Siempre sabía cómo debía encarar un partido".
Couder debutó en la Copa Davis en 1956, en una eliminatoria contra Bélgica, en la que ganó el único punto español. Su trayectoria fue larga y la culminó formando parte del equipo que disputó la final de la Copa Davis en Australia en 1965. Ganó 17 partidos y perdió 15. Después fue el capitán entre 1976 y 1979. "Era un jugador que no tenía un servicio potente ni golpes decisivos. Por eso hubo muchas eliminatorias en las que no jugó", explica Arilla; "pero mantenía alto su espíritu y era un compañero de equipo excepcional".
Era reservado, pero muy amigo de sus amigos. "Tenía la carrera de ingeniero. Era inteligente, culto, muy honrado, no bebía, no fumaba, era reservado pero capaz de aceptar las bromas. El tipo de persona al que todos pretenden parecerse", comenta Manuel Adrio, periodista e íntimo amigo suyo; "recuerdo que el día de su entierro muchas personas me dijeron: 'Yo quería ser como Juan".
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