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Entrevista:

"La mujer urbana madrileña es capaz de reírse de sí misma"

La actriz y productora teatral Maite Merino (Madrid, 1963) fue muy tempranera en lo de experimentar las ovaciones del público. Descubrió esa caricia para los sentidos a los dos años, en el concurso anual de disfraces del Circo Price. Enfundada en trajes majestuosos diseñados por su madre, en plan Sissí o Eugenia de Montijo, Maite aguardaba a la parte final del sarao: el ganador daba una vuelta al ruedo entre el atronador aplauso del público. Luego, en el colegio, empezó a revelarse como artista total, capaz de escribir obras de teatro y dirigirlas. Pero, de camino al arte dramático, el porvenir le reservaba la carrera de Derecho, que hizo "a regañadientes". "Ahora me alegro, porque el Derecho amuebla la cabeza y soy bastante loca", dice. Una tendencia al disparate que ahora cultiva con Monólogos de la vagina, en el Alfil.P. ¿Recuerda su estreno en el teatro?

R. Sí, fue en el Centro Dramático Nacional con José Carlos Plaza haciendo varios papeles secundarios. En el momento en que ya había interpretado a todas las criadas, las esclavas, las secretarias en las series de televisión y las azafatas, me metí a productora para escoger lo que quiero interpretar. Estrené hace dos veranos en el Reina Victoria con una comedia de éxito, descansé de la producción un año y ahora estoy con los Monólogos de la vagina, que ha prorrogado en el teatro Alfil.

P. Un título... chocante.

R. Vi una representación en Londres interpretada por la propia autora, Eve Ensler. Era una lectura dramatizada de la que me atrajo el estilo, se contaban cosas terribles con un gran sentido del humor. Me parecía chocante que me pudiese estar riendo a carcajadas de cosas a veces muy duras. Eso había que adaptarlo un poco al público latino, porque el anglosajón está muy acostumbrado a ir al teatro; aquí tenemos la cultura de calle y para meterse en un teatro ha de existir algo muy atractivo.

P. ¿Quién se interesa por estos monólogos?

R. Gusta a todo tipo de público, no sólo joven. Aquí viene también la señora del collar de perlas, que se emociona con el personaje de la mujer madura que no ha tenido una educación sexual muy completa. En Madrid van más mujeres al teatro, pero con los hombres es un despiporre, porque agradecen que haya mujeres que puedan hablar con desparpajo de cosas íntimas.

P. ¿Y de qué hablan las vaginas?

R. De lo que le despierta la relación con esta parte femenina. La autora hizo 200 entrevistas a otras tantas mujeres de distinta edad y condición social y de ahí extrajo el texto. Todas las historias están muy sacadas de madre, pero gustan a la mujer urbana madrileña, que tiene un gran nivel cultural porque es capaz de reírse de sí misma.

Monólogos de la vagina, en el teatro Alfil. Pez, 10. Metro Noviciado. Hasta el 7 de enero. De 1.500 a 2.000 pesetas

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