La Purísima no tiene cartilla
La parroquia de Benimuslem, damnificada, no recibe indemnizaciones por la 'pantanada' de 1982
El desmadrado Xúquer -en árabe significa "el devastador"- le mojó los pies hasta al Sant Crist de la Salut; un baño que carcomió su propia cruz, a pesar de haberse acreditado contra las riadas: "En la grande inundación/ del años sesenta y cuatro(1864),/ un devoto a Vós clamaba, por las aguas acosado;/ pues se subió a una morera/ y allí por Vós fue librado". San Juan Bautista, tan acostumbrado a las aguas del Jordán, se libró, sin embargo, de mojarse por pelos, como todavía señala la raya visible en el baptisterio. Y, el altar del Corazón de Jesús se envuelve, quizás orgulloso y, sin duda, solidario, con un amplio nimbo de humedades. En la fachada de la Iglesia, el inefable taulellet, a casi dos metros de altura, lo deja bien claro: Fins ací va aplegar el nivell de la riuada del 20 d'octubre de 1982.Esa altura alcanzaron las cenagosas aguas en el pueblo, llano, afectando a todos los rincones. La parroquia, situada en la zona más baja, no fue un excepción. Se agrietaron la fachada, la bóveda y la cúpula. Se destruyeron instalaciones y mobiliario. Se arruinaron capillas y altares. El agua se adueñó del edificio y lo empapó. Un informe de los arquitectos del arzobispado valoró en tres millones de diciembre de 1982 los daños.
Las señales de aquel martirio son todavía evidentes en un templo con la singularidad de ser el primero contruido y bendecido tras la guerra civil, en 1946 y que alberga una parroquia fundada en el siglo XVI como rectoría de moriscos por el patriarca Ribera. Aún no se ha secado del todo, sigue rezumando humedad: los muros saneados y revocados con cemento, se enmohecen, se hinchan y dejan caer enlucidos, pinturas o los mármoles que recubren los pilares. Sin embargo, la Purísima de Benimuslem -un municipio de 570 habitantes de la Ribera Alta-, cuya titular celebra hoy su fiesta universal, no figura entre los damnificados, dieciocho años después de aquella aciaga noche del 20 de octubre de 1982 en que el Gobierno Civil de Valencia se despistó y ni tomó ninguna medida de protección civil, ni avisó a la población del peligro; tampoco llegaron con prontitud los primeros socorros los días siguientes.
"Es el mismo estigma del olvido que sufre la parroquia", dice mosén Antoni Sanchis, un sacerdote de 77 años, famoso orador sagrado, capellán jubilado del Hospital General y Administrador desde 1993, momento en que se "empeñó en solicitar ayuda, por activa y por pasiva; pero, ¡ay!, la negligencia de los responsables de la parroquia en aquel momento y un error burocrático del mismo Gobierno Civil dejaron sin cartilla de damnificado al templo, aunque sí que se expidió a nombre de la Casa Abadía, la misma propiedad y unida pared con pared. Pero la evidencia no puede nada frente a la cartilla y la Purísima no tiene cartilla".
Mosén Sanchis lleva siete años con escritos y gestiones, ayudado por un sanedrin de benimuslers, ante los Reyes, los presidentes de los gobiernos español y valenciano, consellers, diputados, dirigentes políticos, el Defensor del Pueblo... y sólo ha conseguido que el entonces Delegado del Gobierno Carlos González Cepeda "nos acusara despectivamente de impertinentes, por estar molestando a mucha gente". Como en un laberinto kafkiano todos le indican que no puede optar a indemnizaciones por no poseer la cartilla de damnificado. "Si tuviéramos la malhadada cartilla, sentencia mosén Antoni, no necesitaríamos a nadie".
"A pesar", señala, "de que el Arzobispo y su Curia nos ha negado el pan y la sal, ni contestan, no hemos dejado de adecentar, restaurar y mejorar la iglesia con aportaciones mias y de los vecinos, que responden muy bien, a pesar de que lo perdieron casi todo; han hecho posible las obras de emergencia, pero hacen falta unos seis millones y las colectas semanales rondan las 800 pesetas; les pido veinte duros como entrada a la misa ¡i el que no els tinga, que no vinga!", concluye con una amplia sonrisa. "Es injusto, absurdo y vergonzoso, afirma mosén Sanchis, que se nos excluya siendo como somos tan damnificados como el primero de la pantanada de Tous. Si defendiera mis bienes, ya hubiera desistido, pero se trata de los intereses legítimos de todo un pueblo y no voy a desistir".
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