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FINAL DE LA COPA DAVIS La gran cita del tenis español

La mirada de los ganadores

La diferencia entre poseer talento y triunfar está en cómo se reacciona ante los momentos difíciles

Alex Martínez Roig

El ganador es un tipo que está agarrado de la cornisa, con el vacío a sus pies, el malo apuntándole con una pistola, y aún piensa en lo que va a cenar esa noche. Hay muchos jugadores con talento, pero pocos, muy pocos, son ganadores. ¿Tiene España un equipo ganador? Aún no lo sabemos. Lo vamos a descubrir este fin de semana. Todo está a su favor, pero ahora hay que hacer el trabajo más duro. En la pista se ha visto de todo: gente que ha encadenado cuatro dobles faltas para perder el juego de su vida; finalistas de Wimbledon cuya mente se ha quedado en blanco; jugadores muy seguros incapaces de meter una bola dentro de la pista. El cerebro es muy caprichoso. Y es más importante que la raqueta.Los españoles siempre han sido jugadores con talento. Pero tenistas ganadores, de los de verdad, de los que no comen cuando pierden un entrenamiento, sólo ha habido dos: Manuel Santana y Arantxa Sánchez Vicario. Rotos por el cansancio, dominados en el marcador, con el público en contra, Santana y Arantxa apretaban los dientes con rabia y peleaban hasta el final convencidos de que la victoria les pertenecía. Si Arantxa hubiera nacido hombre, España ya tendría varios títulos de Copa Davis.

En el segundo escalón se han quedado jugadores de un enorme talento: Andrés Gimeno, Manuel Orantes, José Higueras, Emilio Sánchez Vicario o Sergi Bruguera. A unos les faltaba capacidad de lucha, y a otros una pequeña dosis de ambición. Fueron muy buenos jugadores, pero nunca empujaron a sus coetáneos. No construyeron un equipo ganador a su alrededor. Vivieron en un ambiente de cierta resignación generalizada. No nos engañemos: España no es un país con tradición ganadora.

Juan Avendaño, uno de los cuatro capitanes, está convencido de que el equipo actual va a romper esa imagen. "Los nuestros son ganadores. Conocen la historia del tenis y quieren entrar en ella por la puerta grande. Es una oportunidad única. Todos quieren jugar. Ninguno se esconde. Quieren la responsabilidad. Y eso no es habitual". "Que nadie lo dude: vamos a ganar", apunta Javier Duarte, el hombre que estará en la silla de capitán a partir del viernes. Si le miras a los ojos, ves que está convencido de ello. Lástima que sólo se siente en la silla.

¿Qué mirada tendrán Corretja, Costa, Ferrero o Balcells cuando les toque afrontar las situaciones difíciles? Ahí estará la clave de la Copa Davis. El público empujará, no hay duda, pero enfrente está un equipo que sí tiene tradición. Un tenista australiano es un ganador. Y si no, que se dedique a otra cosa. Han conseguido la Davis en 27 ocasiones y no tienen nada que demostrar. Quieren ganarla 28 veces con tanta ambición como los españoles aspiran a la primera.

Un estudio somero de la trayectoria de los españoles despeja en parte las dudas, pero deja otras en el aire. De Álex Corretja, el teórico número uno, dicen sus rivales que es como un gato con siete vidas, y que hay que estar muy seguro de haberle matado en esa séptima ocasión porque si levanta la cabeza es que va a seguir luchando. Ganó el Master del 98, pero perdió la final de Roland Garros del mismo año. Lo peor fue que dio la sensación de tener más ganas de saltar la red para felicitar a su amigo Moyà que de pelear por el título. Pecados de juventud, dicen. La amistad, en el vestuario. Corretja es un jugador inteligente y seguro que sabe perfectamente lo que está en juego en Barcelona. ¿Sabrá conducir esas emociones?

Juan Carlos Ferrero es un osado. Semifinalista en Roland Garros 2000, ya demostró su descaro cuando derrotó a Kafelnikov en su debú en la Davis. Es el crack que viene. Atrevido, muy suelto en la pista, es quien menos dudas despierta respecto a su carácter. Pero todavía no se ha hecho mayor. Y un tenista crece no cuando hace más de lo que se espera de él, si no cuando cumple con las expectativas. Es decir, cuando soporta la presión de tener que ganar. ¿Superará esa presión?

Albert Costa es el tenista más redondo de los cuatro. Tiene golpes, movimientos y físico. Pero su cabeza no le ha acompañado cuando ha tenido que rematar el trabajo. Aunque hay un par de detalles alentadores: ganó a Lleyton Hewitt en el último Roland Garros y siempre lo ha hecho muy bien en la Copa Davis. Si se siente arropado, si alguien le convence de que hay que ir poco a poco, sin perder el control, es un prototipo perfecto de jugador Davis, es decir, aquel que juega mejor en esta competición que en los torneos individuales. ¿Podrá mantener su concentración?

El que menos dudas despierta es Balcells. Es un superviviente. Estaba perdido en el puesto 170 del mundo cuando a alguien se le ocurrió la genialidad de probarlo para el doble. Balcells se agarró a esa oportunidad como si su vida dependiese de ello. Lo da todo en la pista y más si puede. Sabe que es un obrero al que, de repente, le han llamado para integrarse en el consejo de administración. No puede dejar de ser obrero porque le devolverían al infierno. ¿Le vendrá grande el reto?

Son dudas a plazo fijo. A partir del viernes las vamos a ir resolviendo. Nadie, ni siquiera los propios jugadores, sabe cómo va a reaccionar cuando lleguen los momentos difíciles. Pero ahí está la diferencia entre un equipo con talento y un equipo ganador.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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