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TENIS - MASTERS DE LISBOA

Agassi supera a Kafelnikov y logra su segundo triunfo

Su abandono por un problema en la cadera en el torneo de París Bercy no auguraba nada bueno. Sin embargo, el estadounidense Andre Agassi remontó el vuelo en el Masters y ayer consiguió su segunda victoria que, unida al triunfo de Kuerten sobre Norman, le lleva a semifinales. Agassi, octavo jugador mundial, derrotó al ruso Yevgeny Kafelnikov por 6-1, 6-4, y le dejó en una difícil situación."Creo que estoy recuperando mi juego", señaló el jugador de Las Vegas, campeón del Masters en 1990 y número uno del mundo al final de 1999. "Me veo con capacidad para ganar el torneo, desde luego. Pero aquí están los ocho mejores del mundo. Y todos tienen aún algo que decir". El primero en hablar fue él. Y lo hizo en la pista. Ganó el primer día a Gustavo Kuerten, que estuvo a punto de abandonar con problemas en el muslo derecho, y ayer se impuso claramente a Kafelnikov.

Para el ruso, supuso una nueva decepción. La primera que se llevó en este torneo se produjo el primer día, antes incluso de que comenzaran los partidos. Fue en la sala donde se realizaron las primeras conferencias de prensa de todos los jugadores. "No. No me preocupa que él sea ahora número uno y yo quinto", dijo por Marat Safin. "Lo importante es que gracias a él y a mí el tenis ruso está en clara expansión en nuestro país. Y yo sigo siendo bastante famoso en mi país". Ayer, pareció haber perdido hasta el humor. Probablemente, Agassi jugó un gran partido, pero Kafelnikov, de 26 años le facilitó el camino con sus propios errores. Agassi, que a sus 30 años se resigna a abandonar definitivamente el circuito profesional, llegó al Masters siendo el jugador que menos partidos había disputado esta temporada, 50, uno menos incluso que Sampras, que también ha restringido notablemente sus torneos. Tanto Agassi como Sampras no se plantean ahora luchar por el liderato mundial, sino por los títulos.

Por eso, ayer Agassi buscó en el baúl de sus recuerdos, y sacó de allí algunos de sus mejores golpes. Recuperó la garra que este año había mantenido aletargada desde que ganó el Open de Australia, se olvidó de los problemas familiares (el cáncer de mama que padecen su madre y su hermana y que le tocó como persona) y de las lesiones, y se agarró a la posibilidad de ganar el último gran título.

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