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Comadira recopila su poesía satírica, nacida para "jugar con la lengua"

Como algunos de los mejores poetas de la historia, Narcís Comadira se ha dejado tentar a menudo por la llamada "poesía ligera", que aprovecha el fulgor de la rima para provocar sensaciones inmediatas, desde la risa al enfado. Y ahora se ha decidido a publicar casi todas esas composiciones, en un volumen titulado precisamente así, Lírica lleugera (Edicions 62 / Empúries). Desde unas primerizas canciones compuestas para Guillermina Motta a finales de los setenta hasta amables intercambios de descalificaciones entre colegas en los años noventa, Lírica lleugera congrega 40 poemas de diversa longitud e intención que colocan al autor entre los grandes de la poesía satírica.

"Tanto Pere Quart como Sagarra fueron insignes practicantes de la poesía que hiere, por no hablar de los franceses o los trovadores", esgrime Comadira como argumento para defender el uso de la sátira. Precisamente el libro se abre con una cita de Guillem de Berguedà, uno de los más prolíficos autores de la Edad Media a la hora de utilizar la palabra como puya. Dividido en tres apartados, Lírica lleugera empieza con la serie escrita para el disco Vota Motta y después el musical televisivo Les Guillermines del rei Salomó, protagonizado por la citada cantante. Desde la política al erotismo y del psicoanálisis a la cultura catalana, los textos de Comadira conservan buenas dosis de frescura a pesar de delatar los tics de la época en que fueron escritos. Este capítulo se completa con algunas canciones posteriores, dos de las cuales están escritas en castellano.

El segundo apartado se titula Versos incidentals porque, en palabras del poeta, "fueron escritos para actividades públicas de tipo cívico", como los pregones del Carnaval y de las Fires de Girona de 1981, que le encargaron respectivamente Maria Aurèlia Capmany y el alcalde Joaquim Nadal, y una auca en defensa del director teatral Albert Boadella con ocasión del consejo de guerra al que fue sometido por La torna. Este capítulo incluye una estupenda carta de respuesta a una consideración del crítico literario Jordi Llovet, en forma de soneto "pero sin rima", precisa Comadira, "porque hubiese sido honrarlo demasiado".

Pero es en el último apartado, 'Versos lleugerament inconvenients', donde aparecen las verdaderas perlas de Lírica lleugera: entre otras, un soneto que debía formar parte de un libro colectivo, nunca publicado, en que un afrancesado Carles Bau de l'Aire se mofaba de los denominados "poetas del Mall", así llamados por el nombre de la editorial que fundaron en los ochenta; una burla al título de una sección que Marta Pessarodona firmaba en el diario Avui; un ditirambo dedicado al poeta Salvador Oliva, autor precisamente de un extenso libro del mismo género, Fugitius; e incluso una canción autoparódica donde Comadira hace befa de su desdoblamiento artístico entre la poesía y la pintura. En este apartado también ha recogido un divertido Drama punk, escrito por encargo del director de una escuela progre que luego se lo rechazó escandalizado.

El escritor, que ya tiene preparado su próximo libro de poesía "seria" para publicar en enero de 2002, aseguró que la sátira es "consecuencia de las ganas de jugar con la lengua, la literatura y las cosas de cada día", y blandió los nombres de Pere Gimferrer, Enric Casasses y Miquel Bauçà como ejemplo de poetas contemporáneos que han utilizado la rima ligera para divertirse. En este sentido, lamentó que "en la actualidad los escritores jóvenes no aprovechen este género para dirimir sus diferencias", así como que "haya desaparecido el espíritu de grupo que podía llevar a verdaderas batallas campales sobre el papel".

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