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Liga ACB

El esloveno ambicioso

Milic quiere lucir en el Madrid el juego que le llevó a la NBA con 20 años

Alguien que, sin medir dos metros, empezase a jugar al baloncesto a los 14 años, se propusiera ser profesional a los 17 y debutar en la NBA a los 20 debería dedicarse al mus. Sus faroles serían mejor recibidos. Eso o pedir consejo a Marko Milic. El joven alero esloveno del Real Madrid guarda en su biografía las claves de ese y otros imposibles.Unos imposibles, los de Milic, forjados sobre unas condiciones físicas extraordinarias y una ambición y una seguridad en sí mismo ilimitadas. Las primeras se las debe a sus padres, dos atletas de élite de la extinta Yugoslavia. Las segundas no se las debe a nadie, las exhibe. "Los buenos deportistas no tienen miedo. Sólo los malos se asustan", asegura. Y añade: "Toda mi vida ha sido una pelea por lograr mis objetivos".

Uno tiene un nombre: NBA. Ya lo ha cumplido, pero sólo a medias. Elegido por los Sixers de Filadelfia con el número 34 en el draft de 1997, Milic debutó en noviembre de ese año, pero con los Suns de Phoenix después de una fulgurante operación entre ambos clubes en la que se vio envuelto Tom Chambers. A sus 20 años, estaba en la cima. Pero sólo jugó 33 partidos, con una exigua media de cinco minutos por cada uno. Así que a la siguiente emigró a Turquía, a un Fenerbahce estelar plagado de ex jugadores de la NBA. Seis meses y vuelta a los Suns. Pero llegó el verano y, tras dos años de idas y venidas, buscó refugio en su casa, en Liubliana, en el Olimpia.

El fichaje estrella del primer Madrid campeón de la Liga desde hace seis años nació en mayo de 1977 en Kranj, una pequeña población próxima a Liubliana, la capital de Eslovenia. Vlado, su padre, es una vieja gloria del atletismo. Lanzador de peso reconocido internacionalmente, participó en tres Juegos Olímpicos -en los de Moscú 80 fue el octavo- y fue campeón de Europa en una ocasión. Metka Paplev, su madre, también encerró su juventud en los estadios. Lo suyo era el disco, modalidad en la que fue diez veces campeona yugoslava.

En ese ambiente, el baloncesto era un territorio desconocido para el Marko niño. Hasta los 13 años se dedicó al decatlón, pero empezó a crecer, a ganar centímetros, y se fue aficionando a las canastas. Al principio, le bastaban los partidos informales del barrio, pero su talento natural no pasó inadvertido para los técnicos del equipo local y en 1991 ya jugaba en el Triglav Kranj. Tres años después, tras ganar el concurso de mates de Eslovenia saltando sobre un coche, que fue su premio, fichó por el Olimpia, el mejor equipo de un país en el que el baloncesto es casi una religión.

Lo paradójico en su fulgurante ascenso es que Milic es un alero con un tiro de larga distancia más que mejorable. Semejante lastre técnico, decisivo en un jugador de perímetro como él, lo enjuga con una versatilidad que amplía su radio de acción mucho más allá de la posición de 3, su puesto natural. Gran defensor, buen reboteador, con un más que aseado bote del balón, poderoso en las penetraciones a la canasta, sobresaliente en el pase, Milic puede jugar de escolta, pero también de base y en el poste bajo.

Su explosión llegó en la final a cuatro de la Copa de Europa de 1997. En Roma, delante de los ojeadores de la NBA, después de una temporada intachable que terminó como máximo anotador y reboteador y como el que más balones había recuperado para su equipo, Milic condujo al Olimpia al tercer puesto. Un mate con el que hizo añicos uno de los tableros terminó de convencer a los gurús del nuevo mundo.

El salto a la NBA fue inmediato y el baile de maletas constante. Ni siquiera su vuelta al Olimpia puso fin al deambular. En julio, al amparo de la sentencia Mills y los buenos informes de Sergio Scariolo, Milic firmó por dos años por el Madrid. Es el refuerzo estelar y lo sabe, aunque el embrollo de los comunitarios B le relegó en principio a la Euroliga.

Ahora ya tiene abiertas las puertas de la Liga. Si los tres meses de obligada semiactividad no le han pasado factura, Milic se acercarcará de nuevo a su viejo objetivo: "Voy a estar aquí dos años, pero luego quiero volver a la NBA. Y esta vez para jugar".

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