Un prodigio con poca ambición

Vladímir Krámnik es la antítesis de Gari Kaspárov: tranquilo, poco ambicioso, de estilo conservador (parecido al de Anatoli Kárpov), sólo se parece a su compatriota en que mostró un talento enorme desde la infancia. Pero ahora, a los 25 años, es la nueva pesadilla del Ogro de Bakú, al que domina por 7-5 en el Mundial oficioso de Londres. La 12ª partida de las 16 previstas terminó ayer en tablas tras cuatro horas de juego apasionante. Kaspárov tiene hoy las piezas blancas en la 13ª. El patriarca del ajedrez ruso Mijaíl Botvínik (1911-1995) podía haber tirado a la papelera la carta que le envió un admirador del pequeño Vladímir desde Tuapse, a orillas del Mar Negro, en 1987. Botvínik dirigía la escuela para grandes talentos más prestigiosa de la URSS y recibía cientos de peticiones como ésa en el país más grande del mundo, donde el ajedrez era una pasión nacional. Pero a Botvínik le bastó con analizar una partida de aquel chico para darse cuenta de que se encontraba ante un caso extraordinario. Pocos meses después, la vida de Krámnik había cambiado sustancialmente: se trasladó a Moscú para que su juego fuese analizado y corregido por Botvínik y Kaspárov, quien ya era el campeón del mundo y ayudaba al director cuando podía. Hasta entonces, la trayectoria de Krámnik había sido muy similar a la de tantos niños soviéticos especialmente dotados. Hijo de una profesora de música y de un famoso escultor, ingresó en la Escuela de Pioneros de Tuapse, una institución extendida por toda la URSS donde los alumnos acudían por las tardes para recibir clases de música, informática o ajedrez. Su progresión fue tan meteórica que impresionó incluso a Kaspárov: "Hay muchos juveniles que mueven muy bien las piezas, pero Krámnik entiende los secretos del ajedrez como un virtuoso", dijo en 1992. Unos días más tarde, Kaspárov utilizó todo su poder para convencer a las autoridades deportivas del Kremlin de que aquel muchacho de 16 años debía ser incluido en la selección de Rusia para la Olimpiada de ajedrez de Manila. La propuesta era casi un sacrilegio porque al menos una docena de jugadores acumulaban más méritos, por no hablar de la experiencia. La votación fue favorable por muy estrecho margen, pero Kaspárov no se había equivocado: Krámnik, con 8,5 puntos en 9 partidas, logró la medalla de oro individual y contribuyó al triunfo de Rusia. La irrupción de un nuevo astro del tablero era evidente, pero el interesado no ejercía como tal: "Ser campeón del mundo no es mi objetivo. La diferencia entre el primero y el segundo no es tan importante. En todo caso, no creo que esté capacitado para luchar por ese título hasta 1999, como mínimo", dijo al final de la Olimpiada. Sus propios resultados le contradecían: en 1996 compartió durante seis meses con Kaspárov el primer puesto de la lista internacional. Sin embargo, sus fracasos en el ciclo del Campeonato del Mundo le daban la razón; brillaba mucho en los torneos, pero caía una y otra vez cuando se acercaba a la cima. De hecho, su presencia en el encuentro de Londres puede considerarse accidental, dado que fue derrotado por el español Alexéi Shírov en el duelo de candidatos de 1998, en Cazorla (Jaén). Pero Kaspárov ignoró a Shírov y buscó patrocinadores para enfrentarse al indio Viswanathan Anand. Tras el rechazo de éste, Krámnik aceptó el guante. No en vano era el único con un balance igualado frente a Kaspárov tras 23 partidas. Y su éxito confirma que la supuesta debilidad psicológica se transforma en fortaleza ante su antiguo maestro. El joven ruso, tranquilo y poco ambicioso, amenaza con destronar al campeón más insaciable de la historia.Blancas: Krámnik. Negras: Kaspárov

1 d4 Cf6 2 c4 e6 3 Cc3 Ab4 4 e3 0-0 5 Ad3 d5 6 Cf3 c5 7 0-0 dxc4 8 Axc4 Cbd7 9 a3 cxd4 10 axb4 dxc3 11 bxc3 Dc7 12 Ae2 Dxc3 13 Aa3 Cd5 14 Db1 Df6 15 Ad3 h6 16 b5 Td8 17 Ab2 De7 18 Ta4 Cc5 19 Ah7+ Rh8 20 Th4 f6 21 Tc4 Ad7 22 Aa3 b6 23 Ae4 a6 24 bxa6 Txa6 25 Axc5 bxc5 26 Tfc1 Ta5 27 Db2 Tb5 28 Da3 Cb6 29 T4c3 Tb4 30 Cd2 f5 31 Af3 Ca4 32 Txc5 Tb2 33 Cc4 Dxc5. Tablas.