"En España, si quitas las subvenciones, no habría teatro"
En 1964 un emigrante italiano de 28 años crea en Oslo (Noruega), junto a cuatro aspirante a actores rechazados en las pruebas de ingreso de la Escuela de Arte Dramático, el Odin Teatret. La experiencia, en contra de todo pronóstico, fue un revulsivo para la escena y demostró que se podía hacer teatro sin ayudas oficiales. Eugenio Barba (Gallipoli, Italia, 1936), ese joven que tenía claro que el teatro era también compromiso social, sigue hoy, 36 años después, al frente del Odin. El grupo, que se mudó a un pequeño pueblo de Dinamarca (Holstebro) en 1966, se convirtió en una especie de torre de Babel en la que recalaron todos los teatreros disidentes. Hoy, 16 espectáculos después, la compañía de Barba es una leyenda viva y ha creado escuela en todo el mundo. El Odin se presentará, por primera vez en Andalucía, con dos espectáculos. Esta noche y mañana podrá verse, en la sala del centro Territorio de Nuevos Tiempos (TNT) en Sevilla, Mythos. El día 28 ofrecerá Itsi-Bitsi.Pregunta. Tras cinco años sin actuar en España, ¿por qué un espacio tan pequeño como la sala del TNT?
Respuesta. Después de la revolución de mayo del 68, el Odin se convirtió en una especie de hermano mayor de otras compañías que siguieron nuestra pedagogía, la dinámica de trabajo en grupo y nuestra capacidad para sobrevivir sin ayudas económicas oficiales. Hoy esto es normal, pero entonces fue una novedad. Por eso, cuando venimos a Sevilla al centro de Ricardo Iniesta -director del TNT y del grupo Atalaya- lo que hacemos es visitar a la familia.
P. ¿Su prestigio internacional les ha hecho convertirse en un grupo de teatro para teatreros?
R. Sin duda, para una parte de la gente de teatro, el Odin es una fuente de inspiración. Pero nuestros espectadores no son sólo para profesionales, continuamos haciendo lo que llamamos trueque: intercambios con gente de la calle. Vamos a barrios periféricos o pueblos pequeños y representamos nuestras obras, a cambio, ellos nos ofrecen sus canciones y sus bailes.
P. Usted dice que en el teatro, como en todas las artes, hay que tener maestros y que el suyo es el polaco Jerzy Grotowski, impulsor del teatro pobre...
R. El problema no es el dinero, nosotros ahora sí lo tenemos; sino encontrar una motivación muy profunda que vaya más allá de la obligación estética de complacer al espectador y se convierta en un doble compromiso del actor, consigo mismo y con la sociedad.
P. ¿Qué le parece el teatro que se hace en España?
R. Aqui se hace un teatro bidimensional que se ocupa de lo estético y de las modas. En España, como en Italia o en otros países, si quitas las subvenciones, no habría teatro; salvo muy pocas excepciones. Es ahí donde está la diferencia entre el teatro bidimensional y el tridimensional.
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