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GOLF Copa Dunhill

El golpe imposible de Martín

España supera a Suráfrica en la final y consigue revalidar el título

Un golpe prodigioso y un héroe inseperado. Sentenciado parecía el duelo a favor de Suráfrica cuando Miguel Ángel Martin embocó una bola con pinta de imposible, en el hoyo dieciocho, alejada unos 20 metros de la bandera. Un golpe heroico parecía aquél y nadie imaginaba que el español lo consiguiera. Lo hizo. Sorprendió Martín al público, al rival e incluso a su propio caddie, que vio llegar la pelota y levantó la bandera casi sin creérsolo. Aquello iba dentro. O al menos iba al palo. Quedó la pelota en el mismo borde y un soplo hubiera bastado para que cayera. Llegó el soplo. Y cayó la bola. Firmaba así Martín un eagle histórico e igualaba el choque que a la postre iba a ponerle nombre al último ganador de la Copa Dunhill, que a partir del año que viene cambiará su desarrolloSe fueron Martín y su rival, David Frost, al desempate, en el que el español resolvió a las primeras de cambio. Llegó el surafricano con cara de perderor, incrédulo quizá ante lo acontecido, y Martín se limitó a cumplir, a hacer el par del campo y colocar a España, de nuevo, por segundo año consecutivo -y en la tercera final consecutiva- en lo más alto del que se considera, aunque de forma oficiosa, Mundial de golf por equipos.

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Un torneo devaluado

El 'Valle del Pecado' llaman al terreno donde rodó la bola de Martín, en el golpe 18, tras su segundo golpe, el de aproximación. Que dio en la bandera y se fue alejando con desesperante rapidez. Lejos, demasiado lejos quedó del agujero. Aquello estaba perdido a no ser que el español consiguiera un putt larguísimo y lograra bajar en dos golpes el par del campo. Lo hizo, igualando los 74 golpes de un asombrado Frost, que encaró el desempate con gesto contraído, el mismo que se le quedó inmediatamente después, cuando falló un golpe de menos de un metro y fue incapaz de igualar el recorrido de Martín en el primer hoyo del desempate, en el que le bastó a éste con hacer el par para darle a España su segundo título consecutivo, convirtiéndola en la tercera selección que consigue repetir triunfo en la Dunhill.

Antes de que Martín se sacara de la manga aquel inolvidable golpe, España había derrotado en semifinales a Argentina (2-1). Olázabal y Martín ganaron sus partidos y sólo Jiménez falló, ante Eduardo Romero. De este modo, Olazábal, doble ganador del Masters de Augusta llegaba invicto al partido definitivo. El problema era que en igual situación llegaba su adversario, Ernie Els. Ganó el surafricano, (68 golpes contra 70), lo que a la postre resultó un hecho anecdótico tras el inesperado triunfo de Martín.

Por su parte, Miguel Ángel Jiménez logró superar a Retief Goosen, al que derrotó por dos golpes, en un partido en el que el español acumuló tres eagles, que resultaron suficientes para convertir en intrascendete un boogey. Martín, quizá el español más irregular en el torneo, se veía las caras con David Frost, que venía de superar en seis golpes al galés Ian Woosnam en semifinales.

El equipo español había encarado el torneo con la polémica abierta por la presencia entre sus elegidos de Martín, al cambiar la organización el criterio de selección. Según la clasificación española, la plaza le correspondía a Ignacio Garrido. Pero los responsables del torneo decidieron que debía primar la clasificación mundial. Y ahí encontró un hueco, no sin que llovieran críticas y comentarios de variado pelaje, Miguel Ángel Martín, el mismo que en el hoyo dieciocho le hizo un guiño a la historia.

España insicribió así su nombre con letras de oro en el mundo del golf. El año anterior Sergio García se había doctorado en este mismo torneo, pero esta vez su ausencia resultó intrascendente. Sin El Niño, España ha vuelto a confirmar que ostenta un nivel golfístco envidiable y demostró ante Sudáfrica en los campos de Saint Andrews que vuelve a ser la envidia de paises con mayor tradición.

El nombre de Miguel Ángel Martín estuvo en boca de todos los presentes. José María Olazábal, por ejemplo, dijo de él que no era un tipo grande de tamaño, "pero tiene el corazón de león. Ha sido una gran semana... los dos últimos años han sido extremadamente buenos para España. Es una pena que el torneo haya finalizado, porque es bonito representar a tu país", manifestó Olazábal. Y el héroe, Miguel Ángel Martín, recordó los malos ratos pasados y no olvidó que antes de vivir el mejor día de su carrera había perdido la mayoría de los partidos disputados en Saint Andrews representando al equipo español. "Creo que esto compensa por todo aquello y por todo lo que me ha pasado" dijo un Martín eufórico.

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