El Badajoz también le saca los colores al Atlético

Otro fiasco. Otra farsa del Atlético. Otra mentira de partido con el cuadro rojiblanco como ilustre protagonista. Se dice que el Atlético no se ha adaptado aún a la Segunda División. No es cierto. Se ha adaptado de maravilla, hasta el punto de convertirse en un mal equipo dentro de una categoría repleta de malos equipos. El Badajoz, por ejemplo. Que no ganó ayer porque la posibilidad de que marque un gol no figura en tratado alguno. Hasta que apareció Kiko en escena, el Atlético fue un equipo fantasmal. En el puesto natural del gaditano, la media punta, se ubicó Lardín. Y durante algunos minutos, cinco más o menos, amenazó con hacer algo sonoro. Enseguida se frenó en su empeño, concretamente cuando vio cuál era la línea argumental del juego del Atlético.No quería Marcos que su equipo abusara del pelotazo y agujereado está el cielo de Badajoz. Los tres centrales rojiblancos, con especial mención para Hernández, ejecutaron en la primera mitad un completo curso de cómo mandar el balón lo más lejos posible y sin destinatario conocido. Daba lo mismo que Hugo Leal retrasara su posición para intentar armar el juego desde la retaguardia. Por una vez que le dieron el balón en las cercanías de su propio área se lo entregó al contrario, por lo que sus compañeros decidieron que corrían menos riesgo con aquello del zapatazo. Tuvo más el Atlético el balón porque Juan Gómez estuvo certero a la hora de robarlo. Un prodigio fue el argentino en la recuperación. Y si hubiera sido capaz de darle una salida aseada a la pelota hubiera sido el no va más.

Gozó el Badajoz de alguna ocasión, sin exagerar, pero no es el pacense un equipo que se lleve bien con el gol. Y que empata con singular reiteración. El Atlético tardó media hora en dejarse ver en ataque, con una acción en la que el disparo de Juan Carlos rebotó en un defensa y se fue al larguero. Parecía prohibido que el Atlético consiguiera triangular, pero lo hizo. Una vez exactamente. Poco antes del descanso se asociaron Hugo Leal y Lardín, el balón llegó a Juan Carlos que no superó al portero en su salida. Desde entonces, y hasta que apareció Kiko en escena, nada digno de mención ocurrió. Pero Kiko desatascó al Atlético. Un lanzamiento suyo se estrelló en el larguero y pudo darle en el último suspiro el triunfo a un Atlético que se está acostumbrando peligrosamente a que cualquier rival le saque los colores. El Badajoz incluso.