Maestro contra alumno
Kaspárov y Krámnik pelean desde hoy al mejor de 16 partidas con 380 millones en premios
A la cabeza mundial
"Veo a Vladímir Krámnik como mi más probable sucesor", dijo Gari Kaspárov en 1994. Ambos rusos se batirán desde hoy en Londres, al mejor de 16 partidas durante un mes, con dos millones de dólares en premios (380 millones de pesetas), bajo los auspicios de una organización privada, Brain Games. El número uno indiscutible del ajedrez, en guerra con la Federación Internacional (FIDE), asegura que su ex alumno es el rival más duro que ha tenido desde los históricos duelos con Anatoli Kárpov. Y el balance entre ambos hasta hoy le avala: tres victorias para cada uno y 17 empates. Es, por lo tanto, un Mundial oficioso.La relajada ceremonia de inauguración del pasado jueves no tuvo nada que ver con el ambiente solemne y cargado de tensión de 1986, también en Londres, cuando la primera ministra Margaret Thatcher, en posición de firmes, escuchaba el himno soviético flanqueada en el escenario por Kaspárov y Kárpov; a pocos metros, el ínclito filipino Florencio Campomanes, entonces presidente de la FIDE, lloraba de emoción. Aquel duelo, el tercero de los cinco entre los protagonistas de la mayor rivalidad de la historia de este deporte, estaba infectado por presiones políticas; ambos simbolizaban dos maneras de entender la vida en el país más grande del mundo. Ahora, sólo queda el deporte puro: el rey Kaspárov, quien a los 35 años sigue necesitando los triunfos como el oxígeno, defiende su trono ante la pujanza de Krámnik, un pragmático de 25 que ve en el ajedrez una profesión pasional, y nada más.
La pugna durante seis años (1984-1990) entre Kaspárov y Kárpov fue tan encarnizada que permitió una deducción novelesca: ambos se odiaban tanto como se necesitaban; sin el otro, la hegemonía hubiera sido aburrida. Y ahora resulta que las biografías entrelazadas de los dos gladiadores en Londres otorgan fundamentos para una teoría al gusto de los psicoanalistas: Kaspárov se ha esmerado en formar al retador que puede arrebatarle el trono cuya posesión marca su vida. Fue él quien luchó contra las autoridades deportivas de Moscú en 1992 para que su ex alumno Krámnik, a los 15 años, viajase a la Olimpiada de ajedrez de Manila (Filipinas) con el primer equipo que defendió el nombre de Rusia. Había muchos jugadores maduros y capaces de ocupar ese puesto con garantías en un país donde el ajedrez era una pasión nacional, pero Kaspárov se empeñó en lo que parecía un capricho de divo. Tres semanas después, la realidad era contundente: Krámnik se llevó la medalla de oro individual y su aportación fue decisiva para el triunfo de Rusia. El deporte mental tenía una nueva estrella.
La relación de maestro y alumno incluyó otro episodio significativo en 1995: Kaspárov, a pesar de que ya había anunciado a Krámnik como su más probable sucesor, le contrató como analista para el duelo contra el indio Viswanathan Anand en Nueva York por el título mundial de la Asociación Profesional (PCA), formada contra la FIDE dos años antes. Tras la victoria de su jefe, Krámnik comentó: "Estoy terriblemente cansado, pero muy satisfecho. Lo que he aprendido no tiene precio". La demostración fue inmediata: unos meses después, Krámnik compartía con Kaspárov el primer puesto de la lista mundial y ganaba los torneos de Horgen (Suiza), Belgrado y Dos Hermanas (Sevilla).De quienes han experimentado el placer y la tortura de disputar más de 20 partidas contra Kaspárov, el Ogro de Bakú, Krámnik es el único que no tiene un balance desfavorable. Qué lejos queda su estancia como alumno en la escuela del patriarca del ajedrez soviético Mijaíl Botvínik (1911-1995), donde Kaspárov impartía algunas clases. Hoy, su antiguo maestro es el temido rey a quien él pretende derribar.
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